En estos últimos días, una pregunta recurrente entre muchos indecisos ante los comicios del próximo 20D era ¿a quién votar? Apelando al sentido común, desde el poder durante el último cuatrienio una respuesta solía prevalecer, ligada al principio de exclusión, o sea el PP y C's. El segundo caso se justifica porque conforme el personal va conociendo mejor a esta emergente formación y sabe de quienes la financian —unida a énfasis delatoras como ese desficaci de la líder valenciana, Carolina Punset, al referirse a los valencianos de pura cepa como «aldeanos»—, la desafección hacia C's cobra carta de naturaleza. A la par puede decirse que siguen haciendo buena la denominación con la empezaron a ser tildados, como «la marca blanca del PP».
Ahora «en serio», y no como esa broma macabra que han sido los 4 años de gobierno nacional del PP, y al margen de los lícitos, justos y necesarios, en democracia, actos de propaganda y reclutamiento de voluntades plebiscitarias que realizan los partido que concurren a las Elecciones Generales, no se puede permanecer impasible y ser cómplice de una aviesa neutralidad, sin aventar y denunciar esas actualizadas plagas bíblicas perpetradas por esa máquina de intereses privados, maquillada por la doble moral, que ha sido y es el PP. Las secuelas infringidas a la mayoría de españoles, y a los valencianos en particular, han sido insufribles. Los recortes sanitarios, con varios meses de espera para ser atendido por un especialista médico, en Ontinyent sin ir más lejos rozan lo delictivo. Amén de las víctimas que ha ido dejando la legislatura de Rajoy. Los datos tozudos hablan desde 2012 de «unos 525.358 jóvenes de hasta 35 años que han emigrado de España en busca de un mejor futuro».
El pasado mes de mayo el electorado ontinyentí depositaba, mayoritariamente, su voto en Jorge Rodríguez, un candidato a priori honesto y despojado de perversiones en su mochila. Ahora, el voto de esta comarca el 20D debería andar pero a nivel nacional en esa órbita. Mirando borrar del mapa político a esos sucesores del partido que convirtió las tierras valencianas a lo largo de dos décadas en lugar de saqueo. Con un historial tan atroz como el cometido por los del PP, la memoria ciudadana no se puede borrar ni olvidar. Porque las consecuencias han sido, para miles de valencianos, trágicas, dramáticas y deplorables. Los Terra Mítica, Gürtel, RTVV, Brugal, Emarsa, Bancaixa, etc., están aún lacerando la dignidad, la cultura y el futuro de los valencianos. Una putrefacta perversión que se ha sustantivado en la denominada corrupción.
Conceptos como la pobreza energética, como evidenció el último Salvados de Jordi Évole, con un IVA eléctrico que dobla al de la mayoría de países europeos, por no hablar del cultural o las zancadillas a la energía solar. Ante el 20D deberá sopesarse quién está detrás de la financiación de los grandes partidos. Quién posee detrás un Luis Bárcenas y quién se financia de las cuotas de la feligresía. En un asomo romántico, cabría desearle a la España del 20D la misma suerte que al Ontinyent del 24M, en la que los representantes del PP quedaron reducidos a menos de un tercio de su anterior representación.
