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de educación y de ontinyent

La enseñanza, la educción y, sobre todo, el continente —o sea los centros educativos— en Ontinyent comienzan a florecer en piedra, es decir en edificios donde se cultiva el saber. Y esa es una muy buena señal. La piedra más reciente es de la semana pasada, cuando, al unísono, la Diputación de Valencia el Ayuntamiento de Ontinyent y la Universitat de València, manos a la obra, acordaban invertir 1'1 millones de euros en infraestructuras deportivas y universitarias en la ciudad. Políticamente, ese asunto le ha sido mostrado a la ciudadanía como «un paso esencial para seguir creciendo como una ciudad universitaria y deportiva». Y una nueva, especialmente reparadora, desde el punto de vista histórico, es la que plasma en su tesis doctoral Joan J. Torró, que sentenciaba en la entrevista que ofrecía está edición el pasado sábado: «En 200 años la preocupación por la enseñanza pública ha sido limitada en Ontinyent». Torró, más allá de las 450 páginas de su tesis, ha hecho acopio y deja un legado que sólo el paso del tiempo alcanzará a tasar su valor. Pero es que además, ha sido el primero en defender su tesis doctoral en el campus de la UV en Ontinyent y tiene una probada trayectoria como defensor de la vida académica que genera la Universitat. Amén de su preocupación por los valores.

La tesis Educació i societat a Ontinyent (1800-1975) se detiene precisamente el año de la muerte del dictador Franco y del nacimiento del germen de la actual democracia. Lo que no es óbice para que Torró nos advierta que no será hasta los años 60 cuando se inicie un proceso de cambio importante en la actividad económica de Ontinyent, repercutiendo en el ámbito escolar. Veníamos de unos días y un tiempo circunscrito a una «práctica docente donde el día a día de las escuelas evidencia un discurso centrado en la memoria, donde la actividad principal de la práctica docente gira alrededor del maestro». Era una docencia alejada del modernismo republicano de Ferrer i Guàrdia, y más próxima a ese retrato cantado que inmortalizo Ovidi Montllor en L'escola de Ribera: «La pregunta era Qui és?/ La resposta era Déu./ La Consigna era Pàtria./ La resposta aixecar el braç./ La classe era a les nou./ El mestre era a les deu./ El vàter era al fons./ La merda era a l'entrada/La regla era per la mà?» Más que una canción era una radiografía escolar.

En consecuencia, en el impagable trabajo de Torró tampoco se recogen los sucesivos planes de enseñanza que han imperado en la democracia, ni la pedagogía de vanguardia y modernidad que predicaron en la Europa que empezaba en los Pirineos los Jean Piaget, Montessori o F. Saussure.

Concepción. Si la mentada tesis se centra precisamente en la educación primaria se debe a que la ciudad careció de centros de enseñanza superior hasta 1970, si exceptuamos, claro está, el colegio religioso de la Concepción, que impartía bachillerato elemental y superior al menos durante la larga noche del franquismo. Para colmo este colegio que, según los más viejos del lugar, se construyó altruistamente con el trabajo de muchos ontinyentins, para que en él pudiesen estudiar los niños de la ciudad, terminó convirtiéndose en un colegio de élite. No en balde era un internado que acogía alumnos de padres pudientes de toda España.

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