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El mirador del Benicadell

unos de ave y otros de picapiedra

A la gente valldalbaidina, noticias como la que publicaba un rotativo nacional al informar de que «una de cada cuatro estaciones de AVE tiene menos de 100 pasajeros al día», son propicias a llenarles el buche de indignación, cuando no de rabia. La resignación, como respuesta, tal vez de raíz inmemorial, por aquello de la tradición católica, aún hoy, consciente o inconscientemente, parece que moldeó el ánimo de las gentes de la Vall. Lo que podría explicar, junto al ADN valenciano de «muelles», esa falta de manifiesta reacción. Acostumbradas, como están, a ver pasar toda suerte de trenes por estas comarcas. Máxime cuando el tren Xàtiva-Alcoi, legislatura tras legislatura, en democracia, no recibe ninguna consideración, en el asunto de inversiones, ni por parte de los gobiernos socialistas, y menos los del PP, ya sea en los gobiernos de Madrid o Valencia, y por tanto se le relega al furgón de cola. Y es que si nos adentramos en la lectura del cuerpo de la noticia aludida, los conceptos abruman: despilfarro, sibaritas, megalómanos, fatuos, jactanciosos, inmisericordes o, mejor, lunáticos sin sentido común, sense treillat, o cualquiera de esos calificativos descalificadores que nos ofrece el diccionario de la lengua para retratarlos. Sobre todo nos dan de bofetadas frases como esta: «Aparatosos edificios construidos específicamente para la alta velocidad languidecen con escasos viajeros». Con ejemplos sangrantes, para los vecinos valldalbaidins, como estos de comarcas cercanas: La estación del AVE de la localidad alicantina de Villena, inaugurada en 2013, costó 11,5 millones de euros. «Villena: la estación perdida del AVE», la misma que, con motivo de su inauguración, el batle ontinyentí, Jorge Rodríguez, quiso poner como puerto de llegada y salida para su población, y de cuya propuesta nunca más se supo. O la de Requena-Utiel, a 70 kilómetros de Valencia y abierta en 2010, que costó 12,4 millones de euros. Ambas están entre las ocho terminales del AVE más infrautilizadas.

Esperemos ciegamente que las nuevas generaciones y los nuevos políticos se olviden de la España radial, tan obsoleta como las diputaciones provinciales y otros chanchullos procedentes de los siglos XIX y XX. El Corredor del Mediterráneo y otras tantas infraestructuras transversales dependen de ello. En toda esta suma de disparates extraña que no se hicieran rigurosos estudios de mercado. Porque, en el caso de que se concibieran, resulta más que dudoso que los mínimos resultados actuales no fueran contemplados en esos posibles estudios. Por lo que cabe colegir que, en esta suerte de deficacis se imponía el manido el que faja falta, con el que una legión de políticos manirrotos ha venido gobernando este país.

Y lo que es peor, despilfarrando, cuando no robando a manos llenas, a través de sobrecostes, muchas veces, cubriendo para nada plazas de toros, como en Xàtiva, a unos 12 millones la broma, y con total impunidad, o invirtiendo en fatuas obras faraónicas.

En contraste, cabe celebrar el pronunciamiento del senador territorial valenciano, Carles Mulet (Compromís) al recordar que «no se ha querido invertir en la conexión Xàtiva-Alcoi; el enlace de la estación de Villena con el AVE y con la autovía; en el tren Gandia-Oliva-Dénia; etc., por no hablar de las mejoras concretas en estaciones, en seguridad o accesos». Las estaciones de la Vall ni siquiera están adaptadas para que viaje una persona en silla de ruedas.

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