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Grietas en el gobierno de jorge Rodríguez

Cuando ya se ha cumplido un año del gran triunfo electoral de la candidatura socialista que preside Jorge Rodríguez, y en vísperas de celebrar el primer aniversario de su mandato, han comenzado a aparecer algunas grietas en su fornida imagen de gobierno. Por una parte, un asunto gestionado en la oscuridad, y por tanto sin transparencia, le daba un soplo de vida al alicaído PP ontinyentí, al permitir que les afease su pronunciado «silencio» respecto al cobro de los recibos de la basura desde la diputación. La institución que también preside Rodríguez, como denuncia el PP, «cobra recibos sin responder a las alegaciones de los vecinos y tramitadas desde el ayuntamiento». Alegaciones, por cierto, que promovió en el anterior cuatrienio, cuando gobernaba con Compromís, y en la diputación estaba el PP con Alfonso Rus al frente. El contumaz silencio que el gobierno socialista viene manteniendo en este asunto, de forma enrocada, empieza a suscitar preocupación.

Tampoco, por otro lado, la que debiera ser una buena noticia para los vecinos del Llombo —que llevan como dos décadas reivindicando una rotonda de acceso al barrio—parece cumplir los requisitos, al distar mucho de las expectativas depositas en dicho proyecto. Y lo que es peor, se ha producido una suerte de manipulación informativa al poner en boca de dicha asociación vecinal opiniones que no ha expuesto. La solución apunta a un necesario consenso que no ha mucho era el santo y seña de Rodríguez, y cuyo norte parece haber desaparecido del punto de mira de su gestión.

Finalmente, la tercera grieta le llegaba en forma de corná, ya que en el referéndum convocado por el gobierno tripartito de Xàtiva se imponía la supresión de las corridas de toros, (y ya se sabe «cuando las barbas de tu vecino veas cortar?»). Un asunto que en el caso del parche de esos bous en corda o de les penyes, que sin mediar referéndum, ni nada parecido, se celebraron en abril, además de los tradicionales de las fiestas de la Purísima, es un asunto cerrado en falso. Una puya que Compromís de Ontinyent le clavaba al batle, a cuenta del incumplimiento del Pacte del Botànic, según el cual les Corts retiraron la ley del PP, que obligaba a los ayuntamientos a autorizar toda suerte de bous al carrer.

Castelló de Rugat hace comarca. Aunque puede ser vital para el ente comarcal, el acuerdo según el cual Castelló de Rugat liquidará en tres años 176.000 euros de deuda con la Mancomunitat —del que informaba Levante-EMV— no es menos trascendente el sentido ejemplarizante que tiene para toda la Vall, léase el compromiso adquirido por el alcalde castellonense, Antonio Esquinas, con el presidente comarcal, Vicent Gomar. Un aviso que, por su notoriedad, pone en el foco en el actual alcalde de Albaida, Josep Albert, quien pese a llevar ya cinco años en el cargo, aún no se le ha visto realizar ninguna maniobra loable al respecto. De acuerdo que la deuda que le infringió a Albaida su antecesor, durante ocho años, Juan J. Beneyto, del PP fue una millonada; recordarán que el señor no pagó durante años la factura de la basura a la Mancomunitat pese a que sí se la cobraba a los vecinos. Y aunque las leyes siguen siendo muy laxas con los mandatarios irresponsables, también es verdad que alguna ficha debería mover el actual con el fin de que no queden impunes los desficacis de Beneyto. Al tiempo que debería agudizar el ingenio y asumir, con rigor, un calendario de pagos (debe 1'7 millones de euros).

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