Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Biblioteca de familias

Artemina botella y el amor entre iguales

La celebración de una boda civil con piano de cola incluido en el castillo de Xàtiva, más las numerosas visitas que recibe la fortaleza por parejas de novios a la caza de fotos para el tradicional reportaje, nos llevan a reconstruir la historia de amor de Artemina Botella Terol. Una ilustre dama de Xàtiva que merece una calle por ser la primera mujer que fundó una Agrupación Feminista, y que pisó un consistorio para defender como concejal la igualdad de género que predicaba como escritora y activista social. Fue la versión socarrada de Clara Campoamor o Victoria Kent. Artemina nació un 14 de abril de 1892 en el seno de una familia de fabricantes de aguardientes de la calle Argentería. Parece que su padre, Hilario Botella, había emigrado de Bocairent para aprender el oficio en los alambiques de Inocencio Pons. Ambos prosperaron y se separaron para fundar sus propias fábricas, y situar su domicilio social en la calle del León y Reina, respectivamente. Artemina no heredó el espíritu empresarial de su padre, pero sí las luchas políticas en defensa de los derechos sociales de las mujeres. Hilario fue además de gran empresario, un precursor del republicanismo conservador en Xàtiva, junto a Lino Casesnoves. Tal vez por ahí sí que heredó los valores de su padre.

Lectora de Tolstoi, escribió desde muy joven en las páginas del Heraldo, donde su editor, Alejandro Bellver, pronto abrió la puerta al naciente feminismo local para que junto a otras mujeres, como Ana Artigues o Fanny Martínez, hiciesen visibles los problemas de unas féminas que luchaban por ser libres en un mundo de hombres, y que seguían la estela iniciada por la maestra y pintora, Matilde Ridocci. Para evitarse problemas en una sociedad patriarcal, muchas escribían bajo pseudónimo. Artemina optó por el de María Luisa. Muchos hombres y mujeres pensaban que aquello eran pecados de juventud de unas jóvenes alocadas, cuyos desvaríos acabarían en el momento que encontraran a un hombre que las atara en corto. Pero con Artemina se equivocaron.

Alrededor de mayo de 1920 apareció por Xàtiva un ingeniero francés, Paul Barboyon Bony, que en representación de una multinacional química, pensaba en la posibilidad de invertir en Xàtiva abriendo una fábrica dedicada a la elaboración de almidones. Enseguida se agasajó al ilustre visitante, y Lino Casesnoves, por entonces alcalde de Xàtiva, le invitó a visitar el castillo de la ciudad, propiedad privada de sus primos desde tiempos de Cento el Gros. Y allí Paul coincidió casualmente con Artemina, que se encontraba de merienda con sus hermanas. Fue un flechazo en toda regla, en menos de un año casaron, para poder vivir juntos y dejar de cartearse, una vez regresara el ingeniero a su patria tras el fracaso de las negociaciones. Alejandro Bellver se hizo eco de aquel enlace nupcial en una bonita nota de prensa sin desvelar que Artemina era María Luisa, su fiel colaboradora. Casó Artemina en la Colegiata, ante el altar del Cristo del Carmen, con traje blanco de enorme cola, que sería llevada por sus sobrinas Raquel y Marianita Reig Botella. Los contrayentes fueron apadrinados por María Ana Josefina Bony, madre del novio, e Hilario Botella Satorres, padre de la novia. Actuaron como testigos: Isidoro González Arau, Luis Ballester Giner y Gonzalo Pascual Beltrán. Terminada la ceremonia, celebraron un pequeño ágape familiar en casa de Concepción, la hermana mayor de Artemina, y brindaron con champagne francés por su felicidad. Partieron hacia Valencia y París en viaje de novios, y luego tomaron rumbo hacia Río de Janeiro, lugar donde el matrimonio fijaría una temporal residencia, donde sí iba Paul a realizar las inversiones que en la capital de la Costera habían fracasado.

El globalizado trabajo de Paul les llevó de gira por Sudamérica, visitando las urbes de Buenos Aires y Asunción, hasta volver a París. Tuvieron dos hijos, François y Paul, y casi sin posibilidad de conocer a sus nietos a no ser por foto, Hilario decidió ofrecer la gerencia de Destilerías Botella a su yerno, y atraerlo de nuevo a Xàtiva para poder arraigar allí, y poder ver así con asiduidad a los Barboyon Botella. Así, Artemina, con el apoyo de su esposo, retomó sus luchas setabenses tras un corto e intenso periplo por media América y Francia, ahora en el semanal El Progreso, bajo el nuevo pseudónimo de Violeta, y con mayor compromiso político, que la llevó a defender con ardor la igualdad en derechos que brindaba la Constitución de 1931. Fue definida por su nuevo editor, José Fabra, como una recia personalidad luchadora por la igualdad. Agradecemos a su hijo François el hecho de que compartiera un día su memoria histórica para ayudarnos a entender cómo se conocieron sus padres, y darle la razón en que aquella boda tuvo gran eco en las notas de sociedad de la época, y fue seguramente una de las historias de amor más románticas de la Xàtiva de los años 20.

Compartir el artículo

stats