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tribuna libre

La necesaria rebelión de las mujeres

Las mujeres hemos evolucionado siendo conscientes de nuestros derechos, a los que intentamos asirnos con uñas y dientes. Las feministas, las luchadoras, las que trabajan, las que quieren y no pueden, las que nos hemos dejado la piel en el camino por un mundo mejor y más justo, con el sudor de nuestra frente, hemos luchado en todos los frentes, sobre todo el familiar. Contaba mi padre, cuanta más graduación, más lejos estaban del frente. A mejor educación, más y mejor acceso al mundo del trabajo... Sólo que los ineptos y los corruptos nos lo ponen muy difícil. Peor nos lo ponen los que nos matan a palos o lentamente; las muertes que no cesan, nos hace hervir la sangre, nos revuelve el estómago. ¡Basta ya¡

En el Feminario-I Congreso Valencia celebrado en la capital los días 3 y 4 pasados, organizado por la Diputación de Valencia, nuestros rostros sonríen; nuestras caras se iluminan. Por primera vez un ente de peso se pone manos a la obra; al frente Jorge Rodríguez, presidente de la Diputación de Valencia y en su nombre Isabel Garcia Sánchez, diputada de Juventut, Deporte e Igualdad. Un plantel de mujeres, de primeras espadas, venidas de toda España, con formación y nivel académico exquisito, debaten ampliamente, con contundencia inusitada, con ganas de hacer y de que se acabe la violencia que se ejerce sobre las mujeres. Un plantamiento interesante se postuló desde el público (siempre es lo más interesante, despertar conciencias) «¿Quién castiga a los castigadores?». Nunca ha habido leyes tan avanzadas, sin embargo la violencia estalla en nuestras caras, que no salen del asombro. La teoría se da de bruces contra la práctica.

Las mujeres hemos avanzado, tenemos claro nuestros derechos, los hombres permanecen anclados en un pasado de cuya dimensión hemos salido y seguimos buscando un camino hacia la libertad y el sendero trillado, injusto, es en el que pretenden permanecer, sí o sí, aunque nos cueste la vida; seguir en el reino del ruín, del injusto, del peligro inminente. La judicatura es la herramienta por excelencia que garantiza nuestra supervivencia, nuestros derechos y también para cuando las leyes no se cumplen, aquellas que, se supone, se han elaborado con sangre, sudor y lágrimas para garantizar un estado de derecho. Prosigo ¿Quién castiga a los castigadores? Aquí damos paso a los estamentos sociales, llámense políticos, que recojan las demandas del pueblo llano. En el reciente debate a cuatro, los candidatos a presidir el gobierno —todo hombres, cuando la sociedad está formada por ambos sexos con una ligera ventaja de las mujeres: es una clara muestra de la dicotomía representativa— no oímos cosas importantes. El machismo en España está perfectamente visibilizado; ninguno de los candidatos lleva falda o se llama María. Pero las mujeres a las que siguen matando pueden ser su madre, hermana o una hija. Y reducir a 28 segundos un tema tan importante como es el maltrato resulta inverosímil y patético.

Una lacra social. En honor a la verdad, dentro de los canijos parámetros utilizados para la confrontación de ideas hubo dos candidatos que rechazaron hablar sobre el tema que Ana Blanco les planteó mientras que los dos que sí hablaron, aunque brevemente, fueron Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, con mayor peso en el caso de Sánchez por dedicarle más tiempo y, a mi parecer, defender con fuerza, convencimiento y vehemencia los cambios imprescindibles para acabar con dicha lacra social.

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