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Palos en las ruedas

Cuando la racionalidad y el consenso parecían haber aterrizado en la Vall d'Albaida en el eterno asunto de su pionero Pla de Minimització, cuyo problema se arrastra desde hace más de tres lustros, y cuando también desde Generalitat y Diputación ya han dado el visto bueno, y hasta el municipio valldalbidí de Bufali, vemos que salen en tromba y haciendo una extraña piña los tres partidos representados en Montaverner, contra dicha instalación. Una reacción que el portavoz socialista en Montaverner, Joan Chornet, califica de «coherente» con lo que ellos siempre han defendido. Lo cierto es que los argumentos y avales mostrados para oponerse no parecen gozar de demasiado crédito. Lo que no significa que no se puedan aportar informes técnicos solventes. Mientras se despeja esa duda, lo que sí es cierto es que unos y otros están llamados a, con la mayor celeridad posible, deshacer entuertos, arrojar toda la luz, abandonar egos y posibilitar desde el diálogo el necesario consenso entre las partes implicadas, en un asunto tan urgente como necesitado de que se proclame su resolución.

El conflicto que plantean los tres partidos representados en el ayuntamiento de Montaverner, con tres concejales cada uno, PP, PSPV y Compromís, pero que gobiernan los del PP debido a un extraño virus que habita en el seno de las otras dos formaciones afines, se deriva cuando Bufali, cuyo término municipal limita con Montaverner, se ofrece a acoger una de las plantas de tratamiento y reciclaje planteadas por el Consorci del Pla Zonal de Residus (COR), al abandonar este la idea de la macroplanta de Llanera de Ranes y apostar por otro modelo medioambiental más sostenible. Adaptándose el COR a la idea que siempre ha sostenido la Vall, mediante su Pla de Minimització.

Montaverner, con 1.691 habitantes, viene experimentando un censo decreciente en el último quinquenio. Su estructura económica combina la agricultura de secano, vid, con la industria textil, serigrafía, vidrio y plástico. Por eso, en la información que publicaba esta edición: «PP, PSPV y Compromís se alían en Montaverner contra la planta de Bufali», se barruntan más presunciones y prejuicios que certezas y constataciones empíricas, a la hora de «rechazar la ubicación en suelo agrícola». Por otra parte, y sabida la lentitud de los pleitos judiciales, asoma como una imprudencia que el portavoz socialista proclame que «nos opondremos en los tribunales y donde haga falta». Sobre todo, si antes él, como el resto de ediles de Montaverner no se blinda con informes y avales dignos de créditos con los que sostener su lícita oposición, más que con argumentos tan livianos o ambiguos como ubicarse en «una zona agrícola» o, como hacía la alcaldesa, «defender la vuelta a un Plan de Minimización gestionado por la Mancomunitat». Si Chornet ve «correcto el planteamiento de crear una planta por comarca», y que estas se instalen como en Vallada y Ròtova «en áreas industriales que no destruirían zonas agrarias», ¿Porqué el ayuntamiento de Montaverner no ofreció su polígono industrial para albergar dicha planta? Los prejuicios y demonizaciones, cuando sostiene que «el proyecto de Bufali va ligado a un futuro vertedero», es un asunto que lo deslegitima y que requiere luz y taquígrafos con el fin de sumar acuerdos, consensos y desvanecer prejuicios y otras ofuscaciones maliciosas.

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