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La planta invasora vuelve a cubrir los márgenes del río Albaida en Xàtiva

Los trabajos para frenar el avance de la exótica «ludwigia» no han tenido los resultados esperados

La planta invasora vuelve a cubrir los márgenes del río Albaida en Xàtiva

De agradable apariencia y nombre inofensivo, el duraznillo de agua (Ludwigia grandiflora) es una planta exótica invasora que, desde hace años, coloniza importantes extensiones del río Albaida. La lucha de la administración para frenar su rápida propagación no ha tenido el éxito esperado y la especie ha vuelto a expandirse. Un foco invade los márgenes del afluente del Xúquer en término de Xàtiva. La planta acuática de origen sudamericano y flores amarillas de cinco pétalos, cubre tramos completos hasta el punto de que hay zonas „a su paso por la Torre d'En Lloris o por la antigua vía férrea hacia Manuel„donde ni siquiera es visible el caudal.

La Ludwigia provoca un efecto negativo en la calidad de las aguas, constribuyendo al agotamiento del oxígeno y a mermar la biodiversidad de los sistemas naturales afectados. Fuentes de la Conselleria de Medio Ambiente indican la dificultad para erradicarla, a pesar de las intervenciones de los últimos años con herbicidas en puntos con gran presencia como el Carraixent, en septiembre de 2014.

La guardería fluvial efectúa un control anual de la planta. Los trabajos de extracción resultan muy laboriosos y la falta de medios obliga a la Confederación Hidrográfica y a Medio Ambiente a centrar sus esfuerzos en otras especies invasoras más peligrosas, como la myriophyllum, nativa de los humedales sudamericanos.

Elevada velocidad de propagación

El biólogo Salvador Argente lleva un exhaustivo seguimiento de las plantas exóticas para controlar las colonias, en colaboración con la administración. Argente señala que la ludwigia tiene «una elevada velocidad de propagación» porque se reproduce tanto sexualmente„por semillas„ como asexualmente „mediante brotes que se sueltan del ejemplar y crecen en otros puntos„ especialmente en aguas de buena calidad „como ocurre en la zona de La Torre „ donde el caudal es bajo. Estas plantas «no tienen competidoras» porque «son capaces de sobrevivir a condiciones mucho más adversas que las autóctonas», a las que acaban ganando terreno.

En cualquier caso, el experto sostiene que la myriophyllum «es más peligrosa» porque «crece mucho más rápido» y «no solo a lo ancho, sino a lo alto», hasta alcanzar una dimensión considerable que «amenaza mucho más a la fauna autóctona». Su altura impide la llegada de la luz a los espacios inferiores del agua, de modo que puede ser un foco de cobijo del mosquito tigre. En cambio, Argente observa que la ludwigia es escogida como refugio por algunas especies de peces que se comen las larvas de mosquito y lastran su proliferación. Aunque está planta no constituye «una alarma», su control sigue representando un quebradero de cabeza para los especialistas, porque no hay ningún método efectivo para erradicarla. La especie saltó el charco y se introdujo en el ecosistema mediterráneo por su uso como planta ornamental en estanques y jardines, como consecuencia de los vertidos a los ríos como el Albaida. «Hay que tener mucho cuidado. Cualquier tipo de planta que se utilice en un acuario hay que erradicarla, porque son peligrosas para la flora y la fauna autóctona», advierte Argente.

Por lo que respecta al myriophyllum, el biólogo asegura que su población «está controlada». «Los brotes que hay no son demasiado preocupantes, aunque si te descuidas en cuestión de meses se multiplican por diez», sostiene. La myriophyllum se detectó en 2012 por primera vez en una extensión de 395 m2 del río Albaida, en Xàtiva. En 2013 se iniciaron los trabajos de eliminación. Posteriormente, se registraron otras colonias en los términos de Genoveés y Bellús. Las intervenciones en los últimos años se han centrado en retirar los rebrotes que han ido apareciendo. Para los focos de mayor tamaño, la técnica consiste en cubrir los núcleos de planta con redes opacas para impedir el paso de la luz y favorecer su hundimiento. En 2015, se extrajeron 18 m2 de pequeños focos dispersos del Albaida y este año se contemplan nuevas acciones «para terminar con su erradicación definitiva», según el Centro de Conservación de especies Dulceacuícolas.

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