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El mestizaje de Botifarra y Carmen París en el Conde-Duque de Madrid

El «cantaor» de Xàtiva y la renovadora de la jota aragonesa cantan juntos en un recital memorable

Botifarra y Carmen París, juntos el martes después del recital. Al lado, junto a Rafael Sanz. vicent soriano

Diez años después de que Felipe V encabezase el bando borbón en la histórica Batalla de Almansa y que ordenase arrasar Xàtiva como prueba de castigo por su empeñada resistencia a la rendición, el monarca ordenaba construir «la fábrica y obra que se necesita en el cuartel de sus Reales Guardias de Corps que está en la calle de la Puerta de Conde-Duque, junto al convento de nuestra Señora de los Afligidos, para el alojamiento de 600 guardias y 400 caballos», según orden dirigida al corregidor de Madrid, el Marqués de Vadillo. El cuartel de Conde-Duque tuvo uso militar hasta 1969 y a partir de 2006 el Ayuntamiento de Madrid comenzó su rehabilitación para convertirlo en un centro cultural, en pleno corazón de la Villa y Corte que contempla cómo cada año se viene organizando lo que se ha venido en llamar Los veranos de la Villa y donde la noche del pasado miércoles un cantaor valenciano, Pep Gimeno, Botifarra, y una cantaora aragonesa, Carmen París, se arremangaron y, la falda al viento en la noche madrileña, unieron su mestizaje entre el folklore aragonés (en estilo latin-jazz) y el valenciano.

Lo hicieron sin diferencias, con una complicidad absoluta y la sensación de que había mucho que compartir esa noche fresca que invitaba a bailar la jota, tocar las castañuelas y unir dos voces cuyos matices son tan iguales que Carmen París no se cortó ni un pelo en cantar en valenciano, en unirse a Botifarra con las manos alzadas y firmes para dejar bien claro, en la Villa y Corte, que la cultura popular ha dado un paso de gigante dispuesta a comerse el mundo. Pep no es tampoco de los que se cortan incluso cuando habría que cortarse. Tiene las ideas tan claras y tan claro su estilo, que pidió disculpas por no saber hablar bien castellano y mezclar las palabras: «los de Canals tienen a San Antonio el del porquito» y Carmen París que le corrige: «San Antonio Abad, Pep». Y ahí queda aclarado el asunto.

¿Pero, quien tuvo la culpa de este encuentro?, ¿Quién unió a Botifarra y Carmen París en Madrid? En teoría los protagonistas de la noche debieron ser los integrantes la Banda Sinfónica Municipal de Madrid, con un centenar de músicos en sus filas que llenaron el escenario, y que hablaban valenciano, en su gran mayoría. Eso es, su director Rafael Sanz Espert es natural de Montroi y quiso hacer este estreno en la capital de España después de haber tenido constancia de una actuación conjunta de Carmen y Pep en Manresa. Sanz quiso dar a conocer que todos es posible en la música, y por ello puso al público en pie con La malaguenya de Barxeta sin voces, sólo con los cien músicos emocionados llenando de acordes el patio.

Carmen París cantó El Llanto del Ruiseñor y Jotera lo serás tu, para dejar paso a Botifarra con su La Perxelera, —estreno con arreglos de Pere Ródenas— y la Havanera del Mareny. La aragonesa siguió con Porque Quiero y La Jota de la Dolores, y Botifarra le contestó con la Sandinga de Xixona y El Casamiento de Maria la Xapa. Pero había que poner broches a la noche madrileña y nada mejor que la Jota de Quintos i Ronda y La Granaina del Tio Palero, que Botifarra y Carmen cantaron a dúo, sin complejos, poniendo el pie al público que abarrotaba el recinto. Botifarra quiso dejar bien claro desde el principio por donde iban los tiros: «En la puerta del congreso/han puesto dos leones de bronce. Si llegan a ser de oro/se los llevan los borbones». Y Carmen le decía «que grande eres, Botifarra», mientras se cogían de la mano y bailaban la granaïna y el de Xàtiva seguía en sus trece, ahora provocando a la aragonesa: «La jota nació en Valencia/y la llevaron a bautizar/A la orilla del Ebro/Junto a la virgen del Pilar».

El recuerdo de Nits al Castell

Si Botifarra reivindicaba una cultura popular, una lengua, una historia y un patrimonio, Carmen París no se quedaba atrás y apostaba por las fusiones del jazz y la jota, calificada por la aragonesa como «la madre de todos los corderos», el chotis y el ritmo cubano. «Me gusta meter mano a todo y mezclar todos los ritmos», dijo. Ya lo demostró en el año 2005 cuando actuó en el Festival Internacional Nits al Castell de Xàtiva, convirtiéndose en toda una sorpresa para el gran público que desconocía su obra. Carmen recuerda aquella actuación «con un enorme cariño por estar sobre un escenario natural que me enamoró y del que guardo un grato recuerdo. Es una lástima que no me han vuelto a llamar», confesaba a Levante-EMV después de la actuación, que terminó en un bis, con un público entregado, con un Botifarra satisfecho y feliz, y con una Carmen París corriendo para hacer las maletas para su actuación, hoy viernes, en Chefchaouen (Marruecos) con la colaboración con Nabyla Maan. Y un espacio, el del Conde-Duque, que ya no huele a cuartel ni le quedan restos de Felipe V. Sólo el presente de dos artistas que unieron su mestizaje para seguir haciendo camino.

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