Los asistentes a la final del Orysol del 2004 quedaron sorprendidos por el enorme nivel que exhibió el campeón, un espigado escocés que aún no había cumplido la mayoría de edad. A pesar de ello probablemente ninguno imaginaría el destino que le aguardaba a aquel jovencísimo Andrew Murray. El 10 de agosto de 2004, Murray venció en la final del Orysol a Toni Balldellou. Le bastaron dos sets (6-2 y 6-4) para batir al catalán. Murray llegó al torneo de Xàtiva sin hacer ruido, escondido entre los cabezas de serie, y se lo llevó sin conceder ni un solo set a sus rivales en su camino hasta la conquista de la copa. Poco menos de doce años después de aquella victoria en la pista central del Club de Camp Bixquert, el británico acaba de guardar en las vitrinas de su casa su segundo Wimbledon, el tercer Grand Slam de su carrera, y ya aparece como el número dos del ránking mundial de la ATP.

Disputarle el trono a Djokovic

El de Dumblaine puede presumir de estar viviendo el mejor momento de forma de su carrera. Único tenista del circuito presente en las tres finales de Grand Slam de este 2016, se resarció de las derrotas contra Djokovic en Australia y París con su segundo Wimbledon, tras vencer a Raonic en tres sets en la final de hace dos semanas. Murray ha tenido la mala suerte de convivir con tres de los mejores tenistas de la historia pero, pese a ello, ha sido un fijo en las fases finales de los grandes torneos. Con el progresivo declive de Federer y Nadal y la gran confianza que viene demostrando en sus últimos partidos, el escocés parece ser el único del circuito capaz de discutir la supremacía de Djokovic. Doce años después de vencer en Xàtiva, Murray va ahora a por el trono del tenis mundial.