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sobre deporte y política

La semana pasada, esta edición de Levante-EMV informaba que el CD Albaidense «desaparece por problemas económicos». Pero como suele acontecer en esta clase de frustraciones colectivas, había que buscar un culpable al que echarle el muerto. Y eso es lo que hace su hasta ahora presidente Paco González, según la noticia. Y aunque inicialmente arbitra una justificación genérica: «falta de recursos y ayudas económicas públicas y privadas», a reglón seguido le mete el dedo en el ojo al gobierno del ayuntamiento, por su «nula colaboración y ayuda». Una imputación injusta donde las haya, ya que hacer tal afirmación es querer borrar o ignorar la más reciente memoria histórica experimentada por el ayuntamiento albaidí, en lo que va de siglo. Especialmente los nefastos 8 años gobernados de forma calamitosa y ruinosa por el PP, que presidía el exalcalde Juan José Beneyto. Aquellos despilfarradores vientos han traído la bancarrota en la que anda sumido el ayuntamiento que gobierna desde hace cinco años Josep A. Albert, de Compromís. Que tenga más o menos capacidad para resolver el órdago que heredó del PP es otro cantar. Por de pronto, antes que el fútbol Albert tiene en turno de espera, y en la UVI, una pila de enfermos que sanar económicamente, dígase servicio de basura, etc.

Porque si González quería justificarse con avales de peso, seguramente debería, también, pedir públicamente que se cambien esas leyes que eximen y dejan en la impunidad a tantos gobernantes, autores de toda suerte de tropelías y arbitrariedades, cuando no presuntos delitos. Con ello sumaría su voz a la de Joaquim Bosch, portavoz de los jueces, que anda pidiéndole al nuevo gobierno que se forme: «que a los corruptos les pase factura judicialmente». Y es que los del PP de Albaida dejaron secas las arcas municipales. Claro que si el sabio pueblo albaidí sigue votándole mayoritariamente, al partido de la corrupción, el PP, como se vio el pasado 26J, tal vez González debería dirigirse al gobierno en funciones de Rajoy, dado que sus prioridades son otras. Igual pescaba en dicho río popular, pese a que sus aguas bajen turbias.

La otra cara de la moneda. La cara de la misma moneda, la del fútbol, sin salir de la comarca, Ontinyent, que ostenta otras cartas y otros triunfos. La semana pasada, el gobierno municipal sacaba a concurso por 243.000 euros de nada las obras de renovación del césped que fue colocado en 2006, así como las gradas del estadio El Clariano. Sin embargo, Ontinyent no ha tenido la mala suerte de tener 8 años un gobierno del PP derrochando con pólvora de rey. El gobierno que preside Jorge Rodríguez, a través del regidor de deportes, Óscar Borrell, emitía una sibilina cortina de humo para justificar tan sustanciosa inversión, al ampararse en que también contribuyen a su financiación «otras administraciones como la Diputación o la Universitat de València».

Por si no había bastante, en los presupuestos de 2016 del ayuntamiento ontinyentí figura el «convenio Ontinyent CF» por 40.000 euros, que viene a ser una forma vestir con elegancia a la cada día más mal vista «subvención». Un asunto de lenguaje.

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