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Barreras digitales

n pleno apogeo de la era digital vemos cómo cada vez más gestiones se tramitan por vía electrónica. Sin embargo, para determinados colectivos „gente mayor, pero también los que huyen voluntariamente de ese mundo„ se pueden complicar esos mismos trámites debido al brusco viraje de la Administración hacia lo digital. ¿Cuál es la alternativa que se les presenta? Normalmente, pedir hora por teléfono o ir al sitio y hacer cola. Lo que se ha hecho toda la vida. El problema viene cuando a estas alternativas se les da un trato tan peregrino que al final no funcionan sino como método disuasorio. Permítanme que les ilustre con un caso cercano. Un familiar se va de viaje fuera de España y necesitaba renovar su DNI. Dada la imposibilidad de pedir una cita por Internet, tuvo que desplazarse hasta el centro pertinente. Después de toda una mañana haciendo cola, le cerraron la ventanilla en la cara mientras le instaban a acudir a los quince días. Por suerte, un empleado le coló para volver al día siguiente. Después de otra mañana esperando, consiguió realizar la gestión. Si el empleado no llega a hacerle el favor, como podrán imaginar, podía despedirse del viaje.

Es lógico y normal que la tendencia sea trasladar progresivamente este tipo de gestiones al ordenador personal „y recalco la importancia de ese «progresivamente»„. Si me apuran, diría que es hasta necesario para agilizar la burocracia institucional, vista la tendencia de las gentes de este país a alargar tantísimo en el tiempo según qué procesos. Se ha llegado a plantear incluso la posibilidad de votar por vía electrónica en las próximas elecciones, después de unas presuntas irregularidades en el recuento de votos de un colegio electoral que se hicieron virales en su día. Para llegar a ese punto, sin embargo, aún queda mucho, y veo difícil que se lleve a cabo en eventos de esa envergadura en el futuro más próximo al menos. De todos modos, el hecho de que se plantee puede hacernos pensar que caminamos irremediablemente en esa dirección. En estos momentos el camino hasta el confort tecnológico venidero aún está a medio hacer. Por lo tanto, y al menos de momento, la administración no puede dejar de ofrecer alternativas a los trámites electrónicos, sobre todo en procedimientos sensibles para los colectivos más reacios a ellos. Incentivar Internet, sí; pero sin castigar a los que opten libremente por otros métodos.

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