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Una espera demasiado larga

El excelso recital de Marina Rossell resarce los años de ausencia de la histórica cantante catalana con la segunda edición del renacido Festival de la Cançó de Xàtiva Mara Aranda actuó en la primera parte

Una espera demasiado larga

Fueron cuatro gotas, apenas un conato de lluvia. Pero Marina Rossell, apremiada por su pianista, confesó que iba a darse prisa por si arreciaba y se quedaba sin cantar Le métèque, la mítica canción de su adorado Georges Moustaki. Y así, con esa lluvia apenas sugerida; con una insólita brisa que refrescaba la noche de agosto, en la plaza de la Seu de Xàtiva hubo como una extraña magia y mientras lloviznaba, la bellísima letra del judío errante con el cabello a los cuatro vientos se apoderó de la noche a través de la voz sugerente y vigorosa de la intérprete catalana, que ya la ha hecho suya, guitarra en mano. Dejó de lloviznar y la artista alargó la actuación con tres temas más: Llevantina, Adéu rosa del vent y, para finalizar, de nuevo Lili Marlen, con la que arrancó.

Qué disparate que esta voz histórica de la cançó haya tardado 34 años en volver a cantar en Xàtiva, desde aquel ya remoto festival de 1982. Ella misma bromeó con ello: «no esperéis otros 34 años porque lo más seguro es que ya no viva». Aplausos desde estas líneas al artífice de la idea. Muy afectada estos días por el estado de salud de su íntimo amigo Luis Eduardo Aute, le dedicó el concierto. «És un goig estar aquí; avuí ha sortit la llum», fueron sus primeras palabras. La plaza no registró el llenazo a reventar que merecía la cita. Tal vez la amenaza de lluvia o la feroz competencia de Rosario Flores en la Murta, a la misma hora, restaron afluencia. Entre los espectadores estaba Botifarra, quien luego confesó sentirse «admirado» por la potencia vocal de la artista. Marina Rossell se enteró después de que había contado con tan ilustre espectador y aseguró a Levante-EMV que, de haberlo sabido, sin duda le hubiera llamado al escenario. «Si canto de nuevo por aquí le llamaré; quiero que salga a cantar conmigo», insistió.

El concierto arrancó con dos piezas totémicas del repertorio libertario universal: Lili Marlen y Grândola, vila morena (el himno de la Revolución de los Claveles de Portugal), ambas del último disco, Cançons de la ressistència. Un repaso a los temas de su extenso repertorio moustakiano y otras piezas de resistencia (Quanta guerra, Wiegala...) redondearon la actuación, que tuvo otro momento mágico con La gavina, quizá su mayor éxito. «Esta ya la canté aquí en Xàtiva hace 34 años», bromeó. El público la saludó con una ovación tras los primeros acordes. Ovación que cobró sus mayores cotas al final del concierto de una artista en plenitud de forma, versátil y ecléctica; excelentemente arropada por una contundente formación de piano, percusión y contrabajo que dieron al concierto las dosis de vigor o de intimismo que requería en según qué momentos.

En la primera parte actuó Mara Aranda, que desplegó un didáctico concierto de música medieval y de investigación instrumental en el que la danza también tuvo su parte importantísima.

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