Los más rezagados apuran las compras de última hora mientras los vendedores ambulantes preparan las furgonetas. Ha llegado la hora de plegar trastos y poner rumbo a un nuevo destino. La Fiesta de las Paellas, el concurso de bebedores de horchata con fartons y el espectáculo de la Cloenda anuncian el final de una Fira d'Agost que, según los cálculos municipales, ayer había superado ya la cifra psicológica de los 200.000 visitantes. Aunque resulta muy difícil cuantificar de manera precisa cuántas personas pasan por el recinto ferial, los hosteleros y los mercaderes notan un ligero repunte de la afluencia respecto al año pasado. Y ellos son el mejor termómetro.

Llegado el fin de fiesta, toca hacer balance. Ayer, el alcalde de Xàtiva, Roger Cerdà, se mostró satisfecho y destacó «la respuesta de la gente, muy buena tanto en los actos como en la propia Fira». Cerdà aseguró que los feriantes «están contentos por las ventas» y remarcó la apuesta del equipo de gobierno por «hacer más y mejor Fira». Preguntado por la programación del año que viene, el alcalde dijo que la Fira «está en constante cambio» porque «el nuestro no es un modelo cerrado». El alcalde admitió que «tenemos que hacer una revisión» del programa para «ver lo que hay que modificar» y prometió «incrementar la participación para tomar decisiones e introducir estos cambios», profundizando en el camino iniciado el año pasado, remachó.

Precisamente esta es una petición que se mantiene tanto en algunos colectivos como en el seno del equipo de gobierno. El concejal de Promoción Económica, Miquel Lorente (EU), dijo ayer en La Ser que la Fira ha de ser «más participativa» en su preparación. Los cambios, en cualquier caso, deberán ajustarse al presupuesto de 2016, que supera los 600.000 euros y es similar al de años anteriores, según hizo hincapié el alcalde.

Cerdà, que maneja la ponencia de la Fira d'Agost, subraya la «consolidación» de cinco espacios escénicos repartidos en distintos puntos y orientados a diferentes tipos de público. Como novedad, este año la Glorieta José Espejo ha acogido una programación «popular, ligera y distendida» en una «zona de paso» junto al recorrido de la Fira, con monólogos, folklore y teatro satírico a cargo de dos comisiones falleras.

Esta circunstancia ha permitido que la Plaça de la Seu, alejada del bullicio del recinto ferial, se transforme en un punto dedicado a un público que busca disfrutar de funciones teatrales y actuaciones musicales de forma tranquila y sosegada en el corazón del casco antiguo. Por otra parte, las representaciones de teatro infantil han llenado la plaza del Mercat día tras día y han permitido dejar libre este espacio para los pubs por la noche. El Festival Al Ras, con una afluencia más dispar, ha ofrecido estilos de música diversos todas las noches en el Jardí de la Pau.

Miles de asistentes en La Raíz

La Nit de Música Celta en La Murta, con Mago de Oz y Celtas Cortos como cabezas de cartel, congregó el jueves a unos 3.500 espectadores. De ellos, unos 2.500 tenían entrada anticipada y el resto la adquirieron en taquilla. Para los conciertos de La Raíz, Zoo y Dremen de anoche se vendieron por Internet alrededor de 3.500 entradas, aunque al cierre de esta edición se esperaba a más de 4.000 espectadores, por las ventas a última hora. Rosario, el plato fuerte del día 15, congregó a 6.000 personas. En 2015, Antonio Orozco atrajo a 9.000 almas, aunque Abraham Mateo «pinchó» y solo reunió a 1.500.

Si el homenaje a Concha Piquer del miércoles también flojeó en cuanto a público, Xavi Castillo resultó un rotundo éxito. Las 600 sillas colocadas en la plaza de la Seuse ocuparon hora y media antes del espectáculo y el aforo inicial terminó multiplicándose por dos.

Entre las asignaturas pendientes, el ayuntamiento planea una programación más orientada a personas mayores y jubilados siguiendo el ejemplo de Al Ras.