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Tribuna abierta

LECHOS Y COLCHONES (I)

on ya varias las veces que me preguntan clientes o conocidos temas relacionados con el descanso —tal vez confiados que yo algo debo saber sobre esta cuestión— e intento humildemente aclararles todo aquello que por mis años de dedicación a este tema he llegado a conocer. Aunque al final, tengo la impresión de que no son muchos los realmente preocupados por esta parcela que tan directamente afecta a la salud y bienestar. Incluso remontándonos a la prehistoria, a nuestros antepasados que habitaban en cavernas al amparo de cuevas, descubrimos la forma en que la humanidad ha precisado del descanso y en sí de la gran fuente natural energética que es, pues en ningún tiempo de la historia ni los humanos ni los animales han podido prescindir del descanso o del sueño, dado que está unido a la existencia del hombre.

Los lechos en donde situar el cuerpo han podido ser diversos: tanto el mismo suelo como, sobre pieles, ramas u hojas; oquedades de árboles, en lo alto del mismo ramaje... pero lo que no podemos dudar es que todos los seres vivos necesitaron y siguen necesitando un lugar donde el cuerpo se relaje, descanse y se reponga; un lecho, ese lugar más o menos confortable, que a fin de cuentas sea el que le haga al organismo adquirir día a día las fuerzas —muchas o pocas— para empezar nuevas jornadas de actividad; tanto físicas como mentales. Se habla mucho de los trastornos del sueño: está quien precisa pastillas para dormir, el que su cuerpo necesita diez horas durmiendo o quien con cinco horas tiene más que suficiente, como muchos otros que por circunstancias diversas no pueden estar en la cama las horas que desearía, aunque su cuerpo se lo pida. Son diversidad las formas y circunstancias en que las personas nos diferenciamos en el descanso y sueño. También en la exigencia del lugar donde situarnos: mullido, duro, alto, bajo; estancia oscura o con luz, ventilado, temperatura cálida o fresca, sin corriente de aire, con silencio o todo lo contrario; ruidos y distracciones, tener la radio o televisión en marcha... los hay que de no ser de esta última manera no pueden conciliar el sueño.

Evolución. El lecho o cama ha estado siempre presente como parte vital de la persona al igual que el alimento, o el respirar. A través de los siglos —como todo— la humanidad ha evolucionado, encontrando formas más prácticas y mejores, de manera que los tiempos, poco a poco, han ido cambiando las formas y costumbres, hasta llegar al momento actual. Pero que duda cabe que existen infinidad de motivos por los que nos cambian las maneras y hábitos de conciliar o no el sueño. Los primeros meses de la infancia, una enfermedad, cuando se llega a mayor, la toma de determinados medicamentos, la preocupación, el trabajo nocturno? y si todo esto tiene mucha importancia, de muy poco ya vale disponer de suntuosas camas y estancias. Si no acompañan a la persona otras circunstancias favorables en otros niveles, no habrá sueño reparador. De cualquier manera, la medicina, los muchos avances industriales, las técnicas e investigaciones sobre el sueño, como también el nivel cultural alcanzado en este siglo XXI, pueden ayudar en buena parte a resolver positivamente esta vital parcela.

Los nuevos sistemas modernos de camas y colchones que hoy en día utilizamos conocemos y disfrutamos, nacen en buena parte de los fabricantes de hace 80/100 años; empresas que estaban dedicadas entonces a otros productos; como camas de metal, tejidos, alambres y buatas. Algunos de estos hábiles pioneros, futuristas, son los que introdujeron de manera lenta, aunque con confianza, otros modernos productos de futuro. Entre estos iniciadores y empresas hoy desaparecidas encontramos: Ogerma, Quijano, Solans Viamonte, Riviere, Beteré? que al igual que otros industriales y sectores, han sido en las últimas generaciones la base de donde la sociedad actual ha recogido bienes para una mejor calidad de vida, y con ello el camino evolutivo de este sector.

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