a noticia del inicio de la actuación de peatonalización de la plaça del Mercat del centro histórico de Xàtiva y todas las posturas en torno a ella, algunas de ellas encontradas, me trae a la memoria un artículo que escribí en este mismo diario hace ya bastantes años. Fue el sábado 17 de febrero de 1996, en una columna de opinión que entonces se llamaba «La costumbre de preguntar por qué» y que titulé «El mercado de Xàtiva y su plaza». Hablaba en él de la emblemática plaza, a la que nadie miraba fuera de los martes y viernes, tradicionales días de mercado en la ciudad, y de un antiguo espacio urbano que respiraba con dificultad, cada tarde, domingos y festivos, atrapado en un feo y apretado corsé con forma de estructura metálica y de obra, tan fuera de lugar que incluso la autoridad competente, tras su inauguración, comentó al alcalde de turno en voz baja: «Qué Xàtiva te perdone por lo que has hecho con esta plaza?»

Escribía sobre «?una bella plaza porticada que podría convertirse en un espacio cultural y lúdico que revitalizara el casco antiguo?con una fuente artísticamente esculpida, un enlosado de calidad y terrazas o bancos desde donde contemplar la Seu iluminada?una auténtica plaza mayor para Xàtiva».

Reflexionaba incitando a un encuentro de voluntades, entre ellas la del mercado y la de la plaza, cediendo todas las partes y no imponiendo absolutamente una sobre las otras, buscando infinitas soluciones y utilizando ayudas comunitarias para centros históricos. Un poco más tarde se iniciaron las obras que eliminaron la desvencijada estructura de los puestos de mercado pero no se culminó y consensuó con todas las partes implicadas un proyecto global de plaza y la transición a un valioso espacio vivo, habitable, comercial y turístico quedó incompleta. Los mejores criterios técnicos no se valoraron, se iluminaron las fachadas con focos de arriba hacia abajo al contrario que en la mayoría de plazas monumentales, no se recuperaron las fuentes históricas, ni se ubicaron bancos circulares bajo las fernandinas farolas de varios brazos, ni se plantearon pequeños espacios verdes sostenibles y acordes con el entorno.

Pero lo peor es que se fueron tolerando con el tiempo conductas prohibidas e incívicas. Los coches se adueñaron del nuevo espacio ganado que debería haber sido para las personas y la plaza se volvió inhabitable y nada proclive a la ubicación de nuevas y diversas actividades profesionales y comerciales. Se fomentó la de ubicación mayoritaria de pubs que sólo reportaban actividad a la plaza las vísperas de festivo por la noche y fue el germen de graves problemas de contaminación acústica y molestias que, si se hubieran controlado y normado a tiempo, no se habrían extendido de manera anárquica enquistando la situación. No se fue valiente desde la administración municipal y el desinterés hacía todo aquello relacionado con el centro histórico de Xàtiva fue larvando futuros conflictos nacidos de actitudes egoístas y cómodas que hoy lastran un diálogo estancado pero necesario para culminar un proyecto de plaça del Mercat viva, dinámica y enriquecedora.

Y hay que hacer un esfuerzo para retomarlo. Ahora, ante el inicio de la peatonalización, vuelve a ser un momento decisivo en el que no se puede fallar y hacer las cosas de manera adecuada, regulando bien la restricción del tráfico, el horario y estacionamiento correcto de carga y descarga, la contaminación acústica, la calidad y uniformidad de las terrazas, la limpieza y seguridad, el difícil pacto de los horarios, el fomento de la vivienda y rehabilitación, y la apuesta por el mercado tradicional y el comercio santo y seña de esta plaza. Si no, la amenaza de hace veinte años, de un centro histórico que ha languidecido, se ha despoblado y amenaza ruina, llegará lamentablemente a un punto de no retorno. Escribía en aquel artículo que Mercado y plaza, desde hace siglos, eran dos seres complementarios, nacidos el uno para el otro, y por ello hay que potenciar, compatibilizar y conjugar con respeto todas las actividades de la plaza o tarde o temprano, si se opta por prevalecer una en detrimento de otras, cuando ésta muera, la plaza morirá con ella.