El equipo de gobierno de Moixent ha congelado las tasas e impuestos para 2017 y ha aprobado una bajada del tipo de gravamen del IBI, que pasará del 0.70 al 0.68. Con esta medida, que ha sido posible gracias al buen estado de las finanzas locales, el ejecutivo quiere «evitar un incremento de la presión fiscal» sobre el ciudadano «en los momentos actuales de persistente crisis económica».