Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

De templo masónico del XIX a futuro Museu del Vidre

El casco urbano de l'Olleria posee con la Casa Santonja uno de los edificios más singulares de la Vall d'Albaida Este inmueble histórico se convertirá en un gran espacio cultural de la localidad

Hace poco más de 10 años, la Casa Santonja, un edificio cuya riqueza artística es incuestionable, era algo parecido a un almacén que el ayuntamiento utilizaba como depósito de camiones y coches viejos. Desde entonces, tras varias reformas, se ha erigido como uno de los elementos con mayor valor cultural de la localidad. El principal objetivo es convertirlo en la sede del nuevo Museu del Vidre que prepara el Ayuntamiento de l'Olleria.

Esta casa, conocida antiguamente como Palau dels Marau, fue edificada hace más de 200 años. Está situada en la calle Ravalet y su construcción fue todo un acontecimiento en la localidad. Se trata de la única edificación del municipio que cuenta con un escudo nobiliario en su fachada. El aprecio que se le tiene al edificio es tal, que ha sido declarado bien de interés cultural por parte de la Generalitat Valenciana. Sus paredes acogen el arte característico del siglo XIX en España, además de ciertos elementos simbólicos que asocian la construcción a antiguas sociedades secretas. El arte de su interior representa a la nobleza ilustrada y liberal en todo su esplendor, especialmente gracias a las pinturas murales que decoran el salón principal de la vivienda. La casa perteneció a los Marau, una familia de terratenientes burgueses cuyos miembros eran, entre otros, alcaldes, abogados, parientes de ministros, miembros de las Corts o reputados militares, que ademas jugaron un papel crucial en la denominada Guerra del Francés, según los historiadores.

Pese a que los miembros del linaje Marau trabajaban como altos cargos, el origen de la riqueza familiar se debe a las grandes extensiones de viña que había alrededor de la casa. Posteriormente, cuando la viuda de Estanislao Marau se casó con un componente de la familia Santonja, la vivienda pasó a llamarse Casa Santonja, denominación por la que es conocida en la actualidad. Esta familia era liberal e ilustrada, y estuvo muy ligada con la masonería, motivo por el cual las estancias de la casa contienen simbología ligada a esta sociedad. De hecho, no se descarta que fuese un templo masónico.

El solar en el que está situado el edificio tiene una extensión de 2.000 m², mientras que el edificio tiene una superficie aproximada de 1.200. En cuanto a su disposición, el edificio cuenta con una planta baja, un piso principal y una buhardilla; además de un gran patio, una bodega y dos sótanos. La mayor parte de la decoración artística del edificio se realizó más o menos en la primera década del siglo XIX, poco antes de que se proclamara la primera constitución española. Puesto que los propietarios de la casa eran afines a la ideología ilustrada, todas las estancias de la casa están decoradas siguiendo los cánones artísticos de esa corriente de pensamiento.

El techo y la escalinata

Uno de los elementos más llamativos de la decoración de este emplazamiento es la escalera que sube hasta el primer piso. Esta imponente construcción está decorada con tejas originarias del arte valenciano, que dotan a la escalinata de una personalidad y una singularidad únicas. En el techo está pintado un fresco con una figura femenina en el centro, con elementos simbólicos en la composición que homenajean el triunfo de la revolución liberal y del mérito personal. El salón principal, de unos 40 m², es la sala más atractiva de la Casa Santonja. Toda la estancia está pintada de color verde, el color del liberalismo. El techo de la habitación, situado a unos cinco metros de altura, está decorado de tal forma que representa el universo, las cuatro estaciones y los horóscopos. En cada una de las puertas de acceso a este aposento encontramos los cuatro continentes conocidos en la época (Asia, Europa, África y América), y figuras humanas vestidas con elementos propios de cada uno de ellos. También hay dos pinturas en las paredes centrales; una de ellas es una alegoría a la caza, una de las pasiones del dueño de la casa; la otra hace referencia al puerto de Cádiz, lugar en el que estuvo destinado como militar el propietario de la construcción.

En cada pilar hay musas que portan símbolos y vestimentas relacionados con la francomasonería y muestran las artes y valores de la época. La música, la poesía, la arquitectura, la pintura, la justicia, la religión, la guerra, la paz, la unión, el mérito, la astronomía y la prudencia son las alegorías que representan las figuras humanas ilustradas en las paredes del salón noble. Por lo que respecta a las otras dependencias, cabe destacar que no poseen una decoración tan minuciosamente detallada, aunque sí concuerda con el esteticismo de la dependencia principal.

En 1999 el Ayuntamiento de l'Olleria adquirió el inmueble y se convirtió en patrimonio municipal. Desde entonces, este emplazamiento ha sido, entre otras cosas, un almacén para cestas o un depósito de vehículos. El gobierno del Bloc comenzó en 2009 unas obras para reformar y habilitar todo el edificio. Hoy, siete años y casi un millón de euros después, la Casa Santonja está más cerca de convertirse en el Museu del Vidre que tiene en mente el gobierno local.

El proyecto pasa por seguir habilitando el edificio, en vistas a conseguir los requisitos necesarios para convertirlo en un museo. «El objetivo es acabar de subsanar toda la primera planta. Restaurar la sala principal ha sido una ardua tarea; ha costado más de 200.000 euros», asegura Julià Engo, alcalde de l'Olleria. Engo destaca la crucial labor del Instituto Valenciano de la Restauración en el acabado final de la sala. «Sin duda, del conjunto del edificio, ha sido la más difícil de reformar. Había que ir con cuidado porque los frescos forman parte de la estructura del edificio. Las pinturas se han restaurado con jeringuillas, pinceles y otros artilugios que requerían un minucioso trabajo», explica. Por lo pronto, la sala ha sido utilizada para «actos más institucionales», pero la idea, según fuentes oficiales, es convertirla en un elemento central del centro cultural que quieren que sea la Casa Santonja. «La concejalía de Cultura —añade Engo— está elaborando un proyecto con este edificio como elemento principal. Nuestra voluntad es convertirla en un centro cultural con el museo del vidrio como reclamo turístico más llamativo», aclara el alcalde.

A la espera de más usos

De momento el edificio se usa como escenario de la programación cultural de verano, como el cine a la fresca; actos de las fiestas patronales, conciertos o monólogos. Y durante el resto del año alberga exposiciones, charlas o conferencias en las zonas de la casa que ya han sido rehabilitadas. Además, la vivienda ha sido objeto de algunos usos más peculiares ya que en ocasiones el ayuntamiento la alquila para celebraciones privadas o como escenario fotográfico para catálogos de muebles antiguos. La segunda planta del edificio, totalmente reformada, sigue sin tener un uso predefinido. «Podría acoger el museo de Moros y Cristianos. Es aún pronto para hablar más de este proyecto, pero la Junta Festera está estudiando la posibilidad», avanza el alcalde.

Compartir el artículo

stats