Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El Mirador del Benicadell

El espejo en el que no se mira la izquierda

uando el batle de Ontinyent, Jorge Rodríguez, abogaba en su discurso oficial del 9 d'Octubre por hacer una llamada al diálogo para desbloquear el Gobierno de España en referencia a quienes ejercen la alta política, lo hacía esgrimiendo el ejemplo de muchos gobiernos municipales. Rodríguez, cuando expone que «la política no puede ser nunca el problema, sino la solución» lo hace avalado por la tradición del municipio ontinyentí. Ya que como podemos leer en el libro 40 anys d'eleccions municipals, de Guillem Llin, la izquierda y progresistas sólo obtuvieron en dos ocasiones de diez „en 1983 y 2015, con el PSOE„ la mayoría suficiente para gobernar, pese a hacerlo durante otros seis cuatrienios y medio gracias al consenso y a los pactos de gobierno entre dichas fuerzas. En ocho convocatorias municipales la fuerza política mas votada siempre fue la de la derecha, a través de sus diferentes denominaciones: UCD, AP y PP. Sin embargo solo gobernó un cuatrienio y medio. Al mismo tiempo la suma de los concejales del PSOE, PCPV o EU; PNPV, UPV, Bloc o Compromís siempre les ha permitido, al hacer piña con las afinidades y a través de los socialistas, hacerse con la alcaldía ontinyentina. La excepción cabe anotársela al Bloc, que al final de 2001 asumió durante un bienio la alcaldía tras consumarse la única moción de censura registrada en las cuatro décadas de democracia municipal en Ontinyent. La raíz de aquella moción tuvo lugar precisamente tras una decisión contra natura política, al permitir el Bloc que el PP (Lina Insa) accediera a la alcaldía en 1999.

Cuando el batle ontinyentí reclama en su discurso de hace dos semanas a los representantes políticos nacionales que «miren hacia los pueblos y ciudades, y como con gobiernos de coalición, hemos sido capaces de forjar un camino común» está señalando un sendero que, ya desde las primeras elecciones democráticas municipales, un 3 de abril de 1979, se empezó a tejer en Ontinyent entre las fuerzas de izquierda, al darse estos resultados: UCD: 5.525 votos (8 ediles); PSOE: 3.604 (5), PNPV: 2.043 (3); PCPV-PCE: 1.845(3); ORT: 1.562 (2). Y aunque UCD se presentaba como un partido de centro, lo cierto es que, al igual que hoy los partidos democráticos sitúan al PP como heredero del franquismo y padre de la corrupción que carcoma al país, en 1979 los partidos representados en Ontinyent «van decidir rematar qualsevol rèmora del franquisme i van votar el candidat del PSOE», según asevera Llin en su libro. Y ello pese a que el candidato socialista no alcanzó ni la mitad de los concejales necesarios para obtener la mayoría de gobierno (11). Una solución democrática, ésa de 1979, que, ahora, la carcundia que habita en el PSOE se niega a validar, víctima de los pérfidos intereses creados en sus acomodados privilegios, lo que ha provocado la defenestración de Pedro Sánchez y el cisma socialista.

Cuando la izquierda fragmentada se atreve a dar el paso. El 10 de junio de 1987 se produjo el resultado más equilibrado que se ha dado en Ontinyent entre las fuerzas de la derecha, representada por AP (4.975 votos y 7 concejales, más el CDS, con 2.065 (3) y las de la izquierda „PSOE: 5.290 (7); PCPV-PCE: 1.406 (2) y UPV: 1.300 (1)„, cuando ambos bloques sumaron diez concejales del total de 21 que integran el consistorio de la capital de la Vall d'Albaida, por lo que la balanza dependía de CIO (Candidatura Independiente de Ontinyent), con 885 papeletas y un edil, el camaleónico concejal (ex regidor de ORT y ex edil también del PSOE) Joaquín Vilar Navarro, quién en su tránsito personal hacia la derecha, en aquel momento aún abogó por los valores de la izquierda y deshizo el empate a favor de las fuerzas progresistas.

Compartir el artículo

stats