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La notícia setmanal

Primero el conocimiento

De nuevo, la apertura del curso universitario en Ontinyent llega preñada de dádivas y estímulos para enriquecer la oferta del conocimiento en la ciudad. Caso del convenio para implantar Enfermería, impulsado por la Fundació Universitària, y el patrocinio de ayuntamiento y Caixa Ontinyent que «aportarán 600.000 euros en 4 años». Después de pasar, en anteriores aperturas de curso, nombres rutilantes del periodismo, como Iñaki Gabilondo o García-Candau, este año le ha tocado impartir una lección magistral a una de esas personas que desde su callada faceta de investigación, aportan impagables bienes a la sociedad, a través de su incansable labor de fer saó. Ese ha sido el caso de la catedrática Anna Lluch, cuyo magisterio quedo resumido en este titular «hay que desterrar la idea de que cáncer es igual a muerte».

Sin salir de la esfera universitaria, también cabe señalar una noticia reciente, por la cantidad de expectativas que ha generado, y que se plasmará en un convenio entre la UPV y el Ayuntamiento de Ontinyent. El prolegómeno tuvo como protagonistas al alumnado y profesores de Arquitectura Avançada, Paisatge, Urbanisme i Disseny de la UPV y el concejal Jaime Peris. El objetivo persigue que se realicen trabajos sobre Ontinyent en la materia Taller de projectes de territori, urbanisme i paisatge.

Y ya que el gobierno de Ontinyent anda apostando por el conocimiento como herramienta de empleo, debería hacerse eco de este aviso: «España necesitará importar ingenieros si no aumentan los titulados en 10 años», según hacía público el Foro Profesional de la Ingeniería Técnica Industrial, advirtiendo que el número de alumnos en las escuelas técnicas decrece cada año. Al tiempo que remarcan que «el 50 por ciento de las ofertas de empleo son del sector tecnológico».

El vacío de Ricardo Cardona. El pasado lunes este diario daba cuenta del óbito de quién durante casi medio siglo fue el capitán del buque insignia (Paduana) de la industria textil de Ontinyent, Ricardo Cardona. Decir de él que fue «fundador de la patronal valenciana del textil Ateval» y otros avales profesionales que jalona su currículo, desempolvado estos días en los medios con motivo de su fallecimiento, es quedarse cortos. Como también lo son las pinceladas que sobre Cardona dibujaba Patricio Simó en esta edición. Donde puso el acento en su condición humana. Porque cuando lo tilda de «caballero», seguramente se muestra parco. Aunque nacido en Alcalá (Castelló), su vinculación desde los 24 años con Paduana y la familia Simó (por su enlace matrimonial) marcarían su destino y su vida en Ontinyent. Sobre todo heredó de su suegro, José Simó Aynat, su talante de caballerosidad humana, al estilo de esas maneras en vías de extinción que escenificó en películas de Buñuel el actor Fernando Rey. Cardona, en su día a día, era matrícula de honor en la asignatura del bachillerato de los años 60, urbanidad.

Pese a andar con una agenda de trabajo repleta, a finales de 1987 aceptó el reto de colaborar en la nueva revista comarcal Crònica, donde fue exponiendo sus pensamientos, al menos en la primera etapa de la publicación. Después, ante el incremento de peligros que acechaban al textil, tuvo que dejar sus colaboraciones. Y es que pese a su carácter abierto, respetuoso, cordial y siempre predispuesto a la sonrisa afable, los últimos años de su vida, sobre todos los coincidentes entre su jubilación y el desmoronamiento del barco que capitaneó, le debieron infringir mucho daño interior, pese a que públicamente no lo exteriorizase. La huella del paso de Ricardo Cardona permanecerá imborrable en el tiempo.

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