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Le echaré de menos

Le voy a echar de menos. Nos ha dejado Miguel Sarrión, un hombre de fútbol. El primer recuerdo que tengo de él es como padre de un compañero de estudios, su hijo Luismi. El segundo como comerciante, vendedor de muebles en República Argentina. Y a partir de ahí los relacionados con el fútbol. Lo ha sido casi todo en el fútbol, con el Olímpic y el Levante como sus principales clubes. No le vi jugar, aunque me han hablado siempre muy bien de él. Siendo ya mayor compartí equipo con él, el de los medios de comunicación locales, y me sorprendió su vitalidad. Fue portero y manager de ese efímero equipo. Me caló pronto dadas mis escasas aptitudes pues únicamente me dijo que corriera, que intentara molestar siempre al rival, que me olvidara del balón. Los que lo conocieron mejor que yo me dicen que calaba siempre a un jugador en un partido, sus virtudes y sus defectos.

Compartí con él muchas páginas de este diario. Le leía con atención y muchas cosas me ha enseñado. Es un lujo, muchas veces poco valorado, que el Olímpic haya contado con un columnista semanal conocedor como nadie del mundo del fútbol, ya estuviera en segunda B o en regional preferente. Siempre expresó aquello que pensaba, lo que, en ocasiones, costaba de entender. La opinión que queda en papel es un bien escaso. Habitual en la Murta, siempre en su mismo asiento, y también fuera de ella.

Un «gentleman». Miguel fue un hombre fuerte y vital. Me contó muchas veces lo bien que se lo pasaba jugando torneos de tenis de veteranos. Poco a poco se ha ido debilitando y ha escrito mientras ha tenido fuerzas para ello. Siempre le hablaba de usted, algo que siempre me recriminaba. Siempre se interesaba por los resultados que obtenía jugando a ping pong y no dudaba en reñirme si no había ganado, como también me reñía si no me veía afeitado. Un buen amigo lo ha definido como un gentleman. Estoy de acuerdo. Le voy a echar mucho de menos. Y creo que el Olímpic y el fútbol setabense, también. Además era periquito, como yo, y eso nunca es fácil, lo que creó un vínculo especial. Un abrazo, Miguel.

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