Hace 5 años, el Ayuntamiento de Albaida abandonó el servicio de recogida de animales de la vía pública que presta la Mancomunitat por las dificultades económicas para sufragar el mantenimiento de la perrera comarcal. La corporación municipal se comprometió a asumir esa atención de manera autónoma, echando mano de la Policía Local y de la ayuda de la protectora de la Vall d'Albaida.

Pero el tiempo pasa y tanto los agentes como los voluntarios han comenzado a plantarse y a mostrar su malestar por la situación. Se sienten desbordados por el número de animales abandonados y heridos que han de atender sin disponer de suficientes medios. Aunque el consistorio mantiene el compromiso de habilitar un refugio que sería gestionado por la protectora a través de ayudas municipales, las dificultades legales y económicas aplazan la solución y han empezado a surgir voces críticas. «Al no existir un servicio municipal, nos avisan a nosotros cuando hay algún abandono y nos vemos obligados a recoger constantemente perros de la calle y a pagar de nuestro bolsillo el gasto de veterinarios, la manutención y el sacrificio si no se pueden salvar. Llega un punto que no podemos más», advierte María Gandia, representante de la asociación de rehabilitación de animales abandonados y terapia asistida Vinculados, que colabora con la protectora de la Vall y hasta ahora ha rescatado 48 perros y gatos heridos. «Estamos en contra de la perrera, pero los vecinos pagamos unos impuestos y el ayuntamiento tiene la obligación de dar un servicio de recogida. Necesitamos que se implique y colabore», manifiesta.

Muchos animales acaban en el retén de la Policía Local, aunque no pueden quedarse mucho tiempo y en el cuerpo se suceden las quejas porque no tienen espacio ni medios para asistirlos.

«Llevamos dos años de reuniones»

Los seis voluntarios de la asociación empiezan a sentirse «engañados». «Llevamos dos años con reuniones y los compromisos no se plasman en hechos. El ayuntamiento ha tenido tiempo para ver opciones, pero hasta ahora solo hay buenas palabras», lamenta Gandia. «El consistorio se ha acomodado porque sabe que los voluntarios terminamos recogiéndolos», añade. Mientras tanto, todas las semanas se registran nuevos abandonos y animales heridos. Si ninguna protectora puede hacerse cargo, los miembros del colectivo les buscan un hueco. María ha llegado a acoger a 14 perros en casa, «con el sacrificio económico y de pareja que conlleva».