El Consorcio de Residuos Ribera-Valldigna presentó ayer en sociedad la nueva planta de tratamiento, que está en funcionamiento desde principios de mes y que trata una media de 35 toneladas de basura por hora, en un acto que contó con la participación de la plana mayor de la Conselleria de Medio Ambiente y Cambio Climático y representantes de la diputación.

El presidente del consorcio, Salvador Montañana, presentó el nuevo complejo de valorización como «el más eficiente de Europa» ya que ha permitido reducir un nivel de rechazo -el desperdicio que acaba en vertedero tras el triaje- del 67 al 48 % y recordó que, por contrato, una vez esté acabada toda la instalación deberá bajar al 40 % aunque la expectativa es dejarlo en el 30 % o incluso por debajo. «Cada año se recuperan 20.000 toneladas más de basura y a final de 2017 se habrán recuperado 80.600 toneladas», resumió, mientras indicaba que cuando esté todo el complejo concluido se recuperarán 93.000 toneladas anuales. «Vamos a convertir los residuos en recursos», comentó Montañana, que destacó que la planta se encuentra a pleno rendimiento desde el primer día con la entrada de basura del consorcio de la Costera. La llegada de 25.000 toneladas del COR elevará a 155.000 las toneladas que anualmente se tratan en Guadassuar.

La consellera Elena Cebrián destacó que esta planta «es un ejemplo de dónde queremos ir» y ejemplifica también el cambio en la política de residuos del Consell. Cebrián parafraseó al secretario de Estado de Ucrania, con el que había coincidido momentos antes en la planta, para señalar que una imagen, en este caso la visita, «vale más que mil discursos o planos».

Miquel Vidal, uno de los representantes de la empresa Reciclados Ribera de Xúquer, que ha diseñado y gestiona la planta, señaló la «flexibilidad y eficacia» como sus dos características principales. «Flexibilidad en el tratamiento de diferentes flujos de residuos», comentó, ya que desde el mismo foso o playa en la que los camiones depositan la basura y arranca el proceso de selección se puede abrir el abanico a residuos procedentes de la recogida selectiva. La eficacia, por el alto nivel de recuperación de subproductos, que reducen el rechazo que se deriva a vertedero.

Salvador Montañana explicó que la primera gran diferencia entre la planta antigua y la actual radica precisamente en el punto de recogida, ya que antes habían varios fosos pequeños -«hay quien dice que aún habrá basura en el fondo del primer día hace ya 27 o 28 años», comentó- y ahora hay una playa grande que, de forma periódica, puede ser limpiada con una pala. Ocho puertas de entrada permiten esta flexibilidad en la entrada de diferentes tipos de residuos. En este lugar arranca el proceso de selección que, según relató el presidente, continúa con el paso de la basura por un primer tromel o tambor de criba con agujeros de 9 centímetros para separar la parte húmeda (basura orgánica) de la seca (plásticos y otros residuos) y destacó que ahora el proceso incluye un segundo tromel que permite «una selección más refinada de la parte seca».

Montañana destacó que la planta cuenta con las últimas tecnologías y explicó que se utilizan unos procesos ciclónicos y rayos infrarrojos para la selección de plásticos. También destacó un sistema que separa el alumunio del hierro. Por otra parte, la planta también cuenta con un biofiltro con cortezas de pino que recibe el aire de toda la nave para evitar malos olores en el exterior.

La planta de tratamiento es la primera instalación del consorcio, que se complementará con una nueva planta de compostaje y un vertedero. El consorcio espera recibir dentro de dos o tres semanas el informe solicitado la Agència Energètica para valorar posibles ubicaciones.