La futura restricción del tráfico y el aparcamiento en la plaza del Mercat de Xàtiva parece abonada al sobresalto. Tras el fallido intento de erigir unas barreras en forma de volcán de une espanto estético sin parangón y su inmediata marcha atrás; tras la controvertida colocación de bolardos, después del enfado de los comerciantes, de la reunión de emergencia con el colectivo para frenar la rebelión o de los anuncios de consenso hechos por el ejecutivo que preside Roger Cerdà, en los últimos dos días los operarios del consistorio han colocado ocho grandes piezas de mármol a modo de bancos que ejercerán de barrera en los frentes este y oeste de la plaza.

Los comercios de la zona no los quieren. Y a la vista de lo aparatoso del despliegue, no resulta ocioso preguntarse qué repercusiones tendrá sobre la colocación de puestos de venta ambulante los días de mercado. Tal como contó Levante-EMV, los bolardos (nada en comparación con las que acaban de desembarcar) ya generaron grandes molestias a los vendedores, que se negaron a ser reubicados. También es de prever una notable repercusión para los escenarios de la Fira d'Agost, de la fiesta de Reyes o del mercado medieval.

La eliminación de los coches estacionados en la plaza del Mercat no goza de la aprobación del comercio que todavía resiste en este enclave. Pero otras voces señalan que una plaza de estas características ya hace años que debería estar liberada del yugo que supone albergar decenas y decenas de automóviles, una estampa impropia de una ciudad histórica y turística. Conciliar esa restricción con los usos comerciales (carga y descarga) es un reto pendiente. Pero los locales de la zona no ceden. Para esta semana hay previsto otro encuentro con el alcalde No van en son de paz. Este diario ha podido saber que se cocina una posible protesta ante las puertas del ayuntamiento. Con la llegad de estos bloques y tras una campaña de los comercios en la que han colocado en sus cristaleras el cartel de "Se vende: razón ayuntamiento", ayer junto a uno de ellos alguien colocó una cruz que convertía uno de estos bancos de mármol en ataúd.