El gigantesco «Cactus de Perú» que presidía el claustro del monasterio de Gilet acabó ayer hecho pedazos. Los fuertes vientos derribaron este ejemplar que se había convertido en todo un icono del convento de Sant Esperit. De nada sirvió el tensor de acero colocado hace años para darle más estabilidad, que rodeaba el tronco rematado en cuero. Al final, quedó arrancado de raíz, con todas sus ramas rotas, en un hecho que incluso pilló por sorpresa a los frailes.

«Habrá sido entre las 7,30 y las 10,30 horas. No hemos oído nada especialmente raro, así que al salir al claustro me he encontrado con todo destrozado. Ha sido una gran impresión porque tenía más de cien años», explicaba a Levante-EMV el padre guardián del monasterio, Fernando Hueso.

Ante la gran cantidad de restos de cactus que se acumulaban en la zona, Hueso admitía que llegó a temer por si alguien había quedado atrapado debajo de tantas ramas. «Lo primero que he hecho es llamar al encargado de las macetas, porque desde luego si esto pilla a alguien, lo mata en el acto. Cada rama está llena de agua y pesa muchísimo», decía.

Como todo el árbol se desplomó sobre el jardín del claustro sin ocasionar más daños, en Sant Esperit se reconocía que «ha pasado lo mínimo», pues su altura sobrepasaba el tejado y las consecuencias podían haber sido mucho mayores. «Perfectamente podría haber hecho destrozos en las paredes y en las tejas, pero afortunadamente no ha sido así», apuntaba Hueso.

El tamaño que había alcanzado este cactus era habitual motivo de comentario entre los visitantes del monasterio. Incluso muchos procedentes de países americanos, donde son más habituales, se mostraban admirados, como relataban ayer en el convento. «Era impresionante. Yo creo que era algo único y no había otro así ni en España, ni en Europa», decía apenado el máximo responsable de Sant Esperit.

El conocido en el monasterio como «Palo del Perú» cautivaba aún más a quien lo veía en flor y formaba parte de la memoria colectiva de Gilet. «Todos lo hemos visto crecer. Saber que había caído ha sido una noticia triste. Ahora sin él, faltará algo», aseguraba a este diario el alcalde, Salva Costa.

En el convento se cuenta que el cactus fue plantado hace más de 120 años por un fraile que volvió del extranjero de unas misiones. Y afirman que creció tanto «en busca de sol».

La magestuosidad del «Cactus de Perú» incluso inspiró al poeta Enrique Gracia Trinidad y éste le dedicó un soneto el pasado mes de mayo cuando, en un encuentro literario, el padre guardián del monasterio propuso la idea y retó a emular a Gerardo Diego con el famoso ciprés de Silos.