Ir a la «mascletà». Con esa intención se dirigió ayer José Santos Simón, un vecino de Buñol, a la estación de Renfe en su municipio. Pretendía coger el tren de las 10.53 para llegar con tiempo a València. Al final, Josan, como le llaman sus amigos, llegó al disparo. Pero no lo hizo en tren. Tuvo que llevarle su sobrino con un coche con remolque. El motivo: Josan necesita una silla de ruedas para trasladarse y la línea C-3 no está adaptada para discapacitados en Buñol.

Josan fue ayer sobre las 10.30 con su silla de ruedas motorizada hasta la estación de Buñol. Allí había quedado con su familia para ir en tren hasta València para ver la «mascletà» y pasar parte del día en la capital. La propia estación sí que tiene rampa de acceso en la acera y en la entrada e incluso plazas destinadas a discapacitados en su parking. Al llegar a la ventanilla, Josan pregunta por la accesibilidad antes de comprar el viaje. «Me han dicho que la accesibilidad es nula aquí. No puedo ir en tren a València. Yo no sé para qué ponen las plazas de parking de discapacitados. Será para decir adiós al tren, porque si no, no lo entiendo», critica visiblemente enfadado.

Josan sufre de atrofia muscular juvenil y necesita una silla de ruedas para desplazarse desde que tenía 13 años. Ahora ya tiene 50. Hace un tiempo fue el presidente de la Asociación de Discapacitados de Buñol y, según revela, hace una década ya llevó a cabo una protesta por la falta de accesibilidad en las estaciones de la línea de cercanías C-3. Entonces él y un grupo de discapacitados se subieron a un tren de esta línea en la Estació del Nord, que sí estaba adaptada. No pudieron bajar en ninguna de las estaciones hasta que volvieron con el mismo tren a València. La situación apenas ha cambiado, aunque la semana pasada Renfe anunció, por ejemplo, que había finalizado las obras de mejora de la accesibilidad en la estación de Requena. No es así en Buñol.

Preguntado por el motivo por el que ya no está en la asociación de discapacitados, Josan contesta que «uno se cansa de reclamar porque no le hacen caso». «La Ley de Accesibilidad aquí es inexistente. No puedes ir a ningún sitio si eres discapacitado. Pueden decir que hay un plan, pero los hechos son lo que me valen. No tienen ningún interés», denuncia.

Al poco tiempo, mientras espera a las puertas de la estación, llega el resto de la familia de Josan en coche, a los que les cuenta la situación con que se ha encontrado. Pero ellos no van a consentir que Josan se quede sin presenciar la «mascletà». Su sobrino va a por un remolque con el que llevar la silla motorizada hasta València. Aparca su coche en el polígono de Vara de Quart y, desde allí, Josan callejea en su silla de ruedas hasta la plaza del Ayuntamiento, a donde llega a las 13.30. Le costó tres horas. Si la línea hubiera estado adaptada, habría llegado en tan solo una. Pero en el año 2017, en el que el AVE recorre la distancia entre Madrid y València en apenas hora y media, todavía hay trenes sin adaptar para los discapacitados.