treinta hombres buenos se reunieron esta semana para tomar sabias decisiones sobre la inversión de unos dineros en proyectos que afectan de lleno a la vida de las personas de esta ciudad. Aunque lo de treinta es un decir porque cuanto más numerosa es la configuración de un órgano, más difícil es conseguir la asistencia de la totalidad de sus miembros. También es una licencia poética decir que todos eran hombres. Alguna mujer había aunque ciertamente eran una minoría destacada y destacable que demuestra que se sigue sin entender que, siendo las mujeres más de la mitad de todo, deberíamos estar representadas casi en la misma proporción. Se da la graciosa circunstancia de que en ámbitos donde las mujeres son mayoría más que cualificada y currante, se ha producido y permitido el habitual fenómeno de la "cortesía" femenina que hace que ellas den un paso atrás para ceder el puesto protagonista al varón audaz y valiente, que se presta sin complejos a ejercer la representación y resulta, de esa forma, legítimamente elegido.

Pero en fin, pelillos a la mar en esta materia para que no digan que somos monotemáticas y paranoicas, aunque así se tomen decisiones que pasan muy mucho de las necesidades de las vecinas de la ciudad, por ignorancia o cualquier otra razón. Lo cierto es que la sesión del Consell de Ciutat que se desarrolló está semana dejó las 61 propuestas presentadas para invertir en Xàtiva en 19 con alguna incorporación de última hora. Serán las que se someterán a votación. Todas ellas son propuestas que de una u otra forma beneficiarán a la ciudadanía, satisfaciendo diversos gustos y preferencias. Rotondas que avalan el amor de este país por este invento circulatorio, mejora de parques y jardines varios, adecuación de espacios de ocio... Las dudas generadas son, evidentemente, sobre el procedimiento desarrollado porque, siendo vírgenes en esta materia, es lógico pensar que es manifiestamente mejorable sin cuestionar para nada la idea esencial del proyecto: hacer que las personas, centro de la atención y la preocupación de quien gobierna la ciudad, tomen sus propias decisiones sobre el uso de parte del dinero público.

En ese sentido, quizás no sería necesario otorgar a los cargos públicos una presencia tan destacada en este reducto que debería ser impermeable a las presiones políticas, teniendo ellos ya de facto, el control y la decisión sobre la parte restante del presupuesto municipal, que es realmente la gorda. Sobre todo para evitar la tentación de que determinados proyectos que debieran estar previstos e implementados por las propias concejalías obtengan sitio, aunque sea a codazos, en este proceso intentando así que su financiación no aminore las arcas de la regiduría y aumente así su capacidad de acción. Estrategia sin duda bien intencionada, pero que arrebata el protagonismo a la gente de la calle, que poco acostumbrada a tal privilegio suele ser escéptica cuando percibe olor a tongo, manipulación o interferencia en lugar del necesario respeto a la inteligencia y a la voluntad popular.

Que ganen las mejores

En la fase que ahora se inicia, la de la votación, es esencial empeñarse hasta las cejas en la difusión de todas y cada una de las propuestas sin dar preferencia a las preferidas por nadie; con apoyos subterráneos y sutiles. Ha de haber juego limpio para que ganen las mejores en igualdad de condiciones, mediante una sana y racional contienda donde se expliquen con claridad los proyectos. Ha de votar mucha gente, convencida de que su voto es útil porque construye la ciudad que mujeres y hombres queremos. Aunque ellas, las mujeres ?en contra de la creencia popular? no sean demasiado charlatanas.