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Las alarmas que dispara el censo

El padrón de habitantes de 2016 aprobado por el pleno municipal de Ontinyent da para muchas lecturas y para que se mire al futuro de la ciudad con perspectiva y sentido de la realidad, si se ahonda en el gráfico de la pirámide de edad con que se ilustraba la noticia de Levante EMV. Esas responsabilidades empiezan por los gobernantes de la ciudad. Con ser un hándicap el titular «Ontinyent pierde población en 2016 y se aleja de los 50.000 del PGOU para 2017», es más que demostrativo el apunte que dice que la ciudad «encadena siete años de descenso». El último recuento cifró en 35.357 habitantes el número de censados en la ciudad. Un dato significativo es el que sitúa el mayor ancho de la pirámide en el segmento de edades comprendidas entre los 35 y los 59 años, que abarca a 14.003 ciudadanos. Más de la tercera parte pertenece a esa clase mayoritariamente adulta, en edad de trabajar y con trabajo, cierto poder adquisitivo y, en definitiva, el fragmento que lleva las riendas de la ciudad. Otras cifras reveladoras, de cara a programar políticas eficientes en la ciudad, atañen a los menores de 25 años, «que no llegan a los 10.000 habitantes (9.037), el 25,5 % de la población total», lo cual no dibuja un futuro esperanzador y de progreso. La población en edad jubilar, mayores de 65 años, son 6.255 vecinos, el 17,7 % del censo.

A propósito de las interpretaciones y preguntas que suscita dicho censo ontinyentí, conviene evocar algunas cuestiones que lanzaba en las redes sociales el ex concejal de Compromís, Joan Gilabert: «¿En qué van a trabajar las futuras generaciones. Tendrán que emigrar de la ciudad? ¿Donde vivirán? ¿Se puede recuperar el casco antiguo como a un núcleo vivo para la gente joven?».

El goteo textil no cesa. Pese a las buenas medidas, solidaridad y comprensión del actual gobierno autonómico hacía la industria textil, esta sigue con su particular goteo o pérdida de censo laboral. La última, por ahora, era otra empresa emblemática del sector. «La textil Reig Martí de Albaida presenta un ERE que afecta a la mitad de la plantilla». Como informó este diario, la empresa «llegó a su cima en los años 90 con 250 trabajadores; ahora, con el ERE, se quedará con 55». La noticia repercutirá sin duda negativamente en un municipio como Albaida, que ya ha sufrido otros EREs y cierres de empresas textiles.

Fievi, una apuesta de la Mancomunitat que se afianza. El parque de educación vial (FIEVI) adquirido por la Mancomunitat hace más de una década había venido navegando hasta la fecha sin un rumbo definido, pese a las perspectivas pedagógicas y de ocio juvenil que ofrecía a toda la comarca, y a otras limítrofes. Sin embargo, con el anuncio de esta semana por fin parece que ha encontrado la horma de su zapato:«Fievi será centro formativo para el empleo», indicaba el titular de la información. La instalación, que gestiona la Mancomunitat de la Vall, «podrá expedir certificados de profesionalidad homologados», habilitando sus aulas en las especialidades de interpretación y educación ambiental y la de instalación y mantenimiento de jardines y zonas verdes. Si dicha formación se adapta a la realidad del mercado laboral como se pretende, miel sobre hojuelas.

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