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Susana, una amistad peligrosa

A que vino Susana Díaz a Ontinyent? A apoyar el Corredor Mediterráneo no. Lo hizo al día siguiente en Elx con fórceps y sin convencer, toda vez que se contradice cuando, en marzo, firmó un protocolo con el presidente aragonés, Javier Lambán, a favor del corredor central. El evento ontinyentí no pasó de ser un paripé. Se inscribe en la campaña electoral para elegir al cabeza que cortará el bacalao en el PSOE. Llamó la atención que el paso oficial de Susana anunciado inicialmente en el edificio consistorial, finalmente tuvo lugar en el Palau de la Vila, donde se hizo la foto con los ediles socialistas, más el de C's. Todo un síntoma de la praxis ideológica que envuelve el punto de mira de Díaz.

Si la visita le vino impuesta, o no, a Jorge Rodríguez, ya se sabrá, aunque no resulta difícil adivinar. Pese a estar ausente en el acto de la proclamación madrileña de Susana a las primarias, arropada por los primeras espadas nacionales del PSOE, sobre todo de la vieja y apesebrada guardia socialista. El paso hacia Díaz no parece lejos, con lo que desvanecería la ambigüedad con la que el batle ontinyentí sorteaba estos embolados. Como se desprende de la información desvelada por esta edición: «Rodríguez no tiene previsto implicarse en los grupos de apoyo a Díaz, pero en su entorno admiten que está con ella». Lo que puede significar un traspié a su carrera ascendente. En 2015 le fue bien el apoyo que le brindó a Ximo Puig, ahora el descrédito en el que navega el actual responsable de los socialistas valencianos, tras hostigarse contra Pedro Sánchez por querer hacer lo que Rodríguez hizo en Ontinyent entre 2011 y 2015, o en la diputación, amén del mismo Puig en flagrante contradicción, al suscribir el pacto del Botànic. Lo que apunta a que en 2019 difícilmente sus socios podrán volver a elegir a Puig. Mientras que J. Rodríguez, como alternativa al de Morella estaría dilapidando sus expectativas con su acercamiento a Díaz, la cual significa una mala compañía para sus necesarios y leales compañeros de futuras políticas. Su talante no admitirá a traicioneros al roig, como Puig y Díaz.

¿Cómo puede ser que una pequeña reforma de una asociación local, la andaluza, atraiga a su reinauguración a Puig y Díaz, además del alcalde anfitrión? La jugada tenía buena capa de maquillaje.

Del roig al blau. Al igual que en la pelota valenciana, donde las alternativas se cifran entre «el roig i el blau», algo análogo sucede en la política. Pero mientras el blau, plasmado en el PP, reúne todas las sensibilidades partidistas, con la excepción de su llamada marca blanca, C's, que acabará sumándose al único gran proyecto del PP, la «dictablanda»; el roig ha estado conformado por numerosas sensibilidades políticas, que han hecho prevalecer su autonomía. Pese a ello, los de IU, nacionalistas y otros siempre acababan liderados por los socialista, a los que en los últimos años se ha sumado el emergente Podemos, irrumpiendo con ánimo explícito de liderar el roig. Y ahí empiezan los desencuentros en este color. Tras las pasadas elecciones andaluzas, Díaz, que ganó en minoría, no sumó a Podemos, y ella sabrá por qué, sino a C's. Un modelo que la llevó a encabezar la rebelión contra P. Sánchez y a apoyar al líder del partido de la corrupción, Rajoy. ¿Por qué Rodríguez se deja querer por Díaz?

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