Aunque el verdadero recital de despedida y adiós definitivo de los escenarios será el próximo domingo, asistir a cada uno de los doce conciertos programados en el Palau de la Música Catalana es para los espectadores presenciar por adelantado esa misma última actuación. Las mismas emociones, idéntico fervor, casi el mismo repertorio... Y la misma sensación de apoteosis, de oportunidad excepcional de ver encima de un escenario todavía en su plenitud vocal a una leyenda de la canción. A Raimon. El cantante de Xàtiva, camino de los 77 años, arrancó el pasado sábado ante un auditorio atestado con A l'estiu quan són les nou y cerró con Al vent, sin propinas. Ni el ensordecedor aplauso acompasado logró que cantara otra más; sólo que saliera a escena a dar las gracias y hasta siempre.

La falta de nuevas grabaciones desde 1997, año de Cançons de mai, había convertido los recitales de Raimon de los quince años siguientes en algo repetitivos, previsibles. Con la aportación del último disco, de 2011, los conciertos se han refrescado y casi media docena de temas de Rellotge d'emocions ( Punxa de temps, uno de ellos; He passejat per València sol, otro) están presentes en sus últimas giras: la valenciana Raimon torna a casa, de 2016, o estos Dotze recitals de comiat. Para la despedida, no obstante, el cantautor ha buceado un poco en su repertorio y están sonando rarezas como Et recorde Amanda, su versión catalana de la pieza totémica de Víctor Jara, que no tocaba desde hace siglos, o Bella de vós só enamorós (Joan Timoneda), muy infrecuente en los últimos años.

La verdadera particularidad de este final de trayecto reside, en todo caso, en dos canciones absolutamente inéditas que Raimon ha colocado en estos recitales de despedida: I nosaltres amb ells, que tiene algunas pinceladas del Raimon más político, y la bella Napolitana per a tu: una canción de amor a su esposa, Annalisa Corti, que muestra al cantante en un insólito registro de vocalista casi ligero a lo Peppino di Capri con ecos de Renato Carosonne. «Es un scherzo conyugal», bromeó el sábado. «Como ni en la radio ni en la tele suenan ya nunca canciones napolitanas, le he compuesto una», añadió.

Adusto y sin mayores comentarios que ir presentando escuetamente las canciones, Raimon sólo rompió la dureza del recital cuando aplaudía al público o se dirigía, dándose la vuelta y levantando la cabeza, a los espectadores del coro. Sólo con la napolitana se rompió el estatismo en escena. Y con el breu acompanyament subtil del jazzístico Sol·liloqui sol·lipsista „ya saben, ese bailecito fredasteriano que se pega Raimon al final„ hizo uno de los pocos guiños escenográficos de la noche. El otro fue esa luz cenital trasera que le retroilumina en la última frase de la emotiva Com un puny; otra vez Annalisa.

La brevedad de algunas de las piezas permite a Raimon ofrecer hasta 35 canciones por concierto, de un total de más de 40 que tiene preparadas. La columna vertebral de la actuación casi no varía. Pero según la tarde (o la noche) y las ganas, introduce o retira alguna de ellas. Los clásicos nunca faltan. El público no se lo perdonaría.

Al finalizar el concierto y tras recibir algunas visitas en el camerino (como la de los periodistas Enric Sopena y Margarita Sáenz Díaz), el cantante y su esposa se fueron a pie a casa. Él, con la guitarra echada a la espalda como un erasmus.

Despedida en plenitud

¿Por qué se retira Raimon si está pletórico de voz? ¿Por qué lo deja si en su actuación del sábado no se percibe apenas distancia vocal entre sus canciones grabadas y el directo? Quizá por eso mismo. Raimon es brutal: canta Al vent, Diguem no o Indesinenter con un vigor que asombra; acomete la sosegada He mirat aquesta terra y sus altibajos canoros con asombrosa pulcritud. Y tal vez ese prodigio no se pueda prolongar más allá de los 80 años. Hay muchos intérpretes que siguen cantando a esa edad o mayor: lo hacen con la partitura rebajada o el coro en su auxilio. Pero cada recital de Raimon es un básico en toda regla, un unplugged sin rastro alguno de electrónica que hace aún más valioso el canto a pulmón, el crit. Desde luego que lo deja en todo lo alto. Sin duda. El domingo próximo, el último de estos doce conciertos podrá verse en directo (a partir de las 19.55 horas) por la TV3, según ha informado el canal autonómico. La retirada es definitiva. El público asiste al final de un recorrido irrepetible.