La publicidad de la inmobiliaria la anunciaba en 2007 como una de las residencias señoriales más exclusivas de Xàtiva, en el corazón del casco histórico. Pero diez años después y con la crisis más grande jamás contada por medio, la casa palacio de Llaudes de Xàtiva está prácticamente en ruinas sin que su propietaria (los bancos) ni la administración hayan hecho gran cosa por evitarlo. La asociación Iniciativa Cívica para la recuperación del casco antiguo ya alertó de su estado el año pasado, y en diciembre remitió un informe a la dirección general de Patrimonio de la Generalitat reclamando que el inmueble (en compañía de otras dos casas históricas) sea declarado Bien de Interés Cultural, BIC. Lejos de observar alguna medida que frene el deterioro de la casa, todo va a peor. La cerradura ha sido reventada y el tejado tiene un enorme boquete por el que durante fuertes episodios de lluvia, como el del domingo pasado, el agua se apodera del interior de este caserón de la calle Corretgeria, cada vez más degradado.

Según Iniciativa Cívica, el pasado 21 de mayo la casa apareció abierta ya que la cerradura había sido reventada. El colectivo dio aviso al concejal de Patrimonio Histórico, Jordi Estellés. La Policía Local colocó una cinta de «no pasar» sobre la puerta, pero no se realizó ninguna operación de sellado o de cambio de pestillo de la puerta. Más de dos semanas después, ayer, la puerta permanecía abierta y la cinta de plástico estaba en el suelo. Acceder a la casa es algo para lo que no existe barrera alguna: es más, la puerta abierta de par en par y la sensación general de abandono general pesa más que el serio peligro de desprendimientos, así que no son pocos quienes ya han advertido de que los curiosos acceden a ella.

Iniciativa Cívica recordó ayer que a principios de año visitaron el palacio técnicos de la dirección general de Patrimonio «y quedaron alarmados ante el aspecto de ruina y derrumbe de la techumbre y de parte del inmueble». Pero ha trascurrido ya medio año y ni Bankia (entidad que embargó la casa) ni la administración (de oficio) han tomado media alguna.

La Casa dels Ferriol, de los señores de Estubeny, de los Llaudes o de Guardamino (nombres que se han venido utilizando, según quiénes fueran sus propietarios) hunde sus raíces en el siglo XVII con la familia Ferriol. En 1778, la viuda del señor de Estubeny deja como administrador de la casa al canónigo Timoteo Esteve, el cual renunció a favor del Cabildo de la Seu y el edificio pasó a ser propiedad de la iglesia. De esa época se conserva la estructura general, que según los expertos podría corresponder a un palacio renacentista o barroco anterior. En 1803 adquiere la casa, tras la desamortización de los bienes eclesiásticos, José Pascual Villanueva, hermano del famoso diputado de las Cortes de Cádiz Joaquín Lorenzo, y la vende en 1809 por el mismo precio de compra al concejal Vicente Llaudes. Éste compra el jardín trasero a sus vecinos y ejecuta una rehabilitación integral del inmueble, que adquirió entonces el aspecto actual. En 1857 se añade una balsa de agua en el jardín. Los Llaudes emparentaron con los Castro, y éstos con los Guardamino. Los últimos propietarios de la casa fueron Luis de Castro Guardamino, que la legó a su esposa, Inés López-Roberts, nieta de los marqueses de Monteagudo, de Madrid. Durante décadas fue utilizada exclusivamente como residencia de verano.

Vendida por un millón

En diciembre de 2007 Grupo Fortuny adquirió la casa por 166 millones de las antiguas pesetas (un millón de euros) y anunció una rehabilitación integral del edificio sujeta, eso sí, a las restricciones de un inmueble de esas características. El objetivo era dividir el antiguo palacio en seis viviendas de lujo, cuatro de ellas recayentes a la calle Corretgeria y dos a la calle Sant Domènec. La promoción se llegó a publicitar en los medios y en la fachada de la casa, con grandes banderolas verticales. Pero fue pasando el tiempo y la crisis arruinó la idea. Los bancos hicieron el resto. La casa —que se deteriora a pasos agigantados por que el agua entra como quiere— sufrió un conato de incendio. En 2003 en su interior se había filmado parte de la serie de TVE Arroz y tartana.