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Cierre

Fundido a negro en la galaxia de las diez mil películas

El último videoclub de Xàtiva baja la persiana después de dos décadas de actividad en la calle Reina

Exterior del establecimiento de la calle Reina, en liquidación. p. iborra

Mientras atiende desde el mostrador a los clientes atraídos por los carteles de liquidación por cierre, Carmen López retrocede a aquellos días de colas interminables en el videoclub. En la época dorada del Galaxia, la tienda daba trabajo a cinco personas, los turnos se alargaban hasta la una de la mañana y no había descanso a mediodía. Esta educadora infantil comenzó hace 12 años a compaginar su empleo en una guardería con la jornada vespertina en el videoclub. Hoy es la dueña del negocio. Las paredes de este universo cinéfilo y su embriagador aroma terminaron atrapándola. Ganarse la vida recomendando películas a las parejas y hablando de cine de autor resultaba demasiado tentador, de modo que decidió dejar las clases y abrazar una nueva vida.

Carmen y su hermana son ahora las únicas empleadas de un establecimiento que dejó de ser rentable hace tiempo. Después de más de dos décadas de actividad, cuando termine el mes ellas mismas se encargarán de bajar la persiana del local de la calle Reina de Xàtiva para siempre. Una mazazo para los amantes del séptimo arte.

En la era de los millennials, bajar al videoclub se ha convertido en un ejercicio demasiado costoso. A golpe de clic, uno puede navegar por una galaxia infinitamente mayor que la enjaulada en estas cuatro paredes y acceder a cualquier película sin pagar un euro. «No podemos competir contra la piratería», resume Carmen. «La gente prefiere poca calidad y mucha cantidad. Luce más decir que te has descargado 200 películas, aunque no las hayas visto. En España somos muy piratillas: si roban los de arriba, los de abajo también», reflexiona.

A lo largo de junio, el Galaxia ha puesto a la venta a precios rebajados sus existencias: un Dorado para los cinéfilos compuesto por 10.000 títulos clásicos y más atuales en formatos diversos. Visionando una al día, se necesitarían 27 años para terminarlas. Estrenos a 2 y 3 euros, grandes éxitos a 5, films en 3D a 10. Con el cierre del último videoclub «puro» que resistía contra viento y marea en Xàtiva -solo Imagen&Sonido ofrece servicio de alquiler de películas, aunque integrado en una multitienda de productos de todo tipo- se esfuma un pedazo de la historia local reciente, testigo mudo de los cambios de una sociedad cómoda e individualista que ha mutado tras la «revolución» de las nuevas tecnologías.

Mentalizada de que el día de arrojar la toalla y dejar de nadar a contracorriente llegaría, Carmen López se siente una privilegiada: ha podido dedicarse a su pasión durante 12 años. «Es un trabajo muy gratificante y envidiable. La gente te suele decir: 'Qué morro. ¿cómo pueden pagarte por estar todo el día viendo películas?'», bromea. El negocio, en peligro de extinción en todo el planeta, entró en declive hace años. Si se mantenía era por puro romanticismo. «Nos encanta el cine y hemos intentado aguantar todo lo que hemos podido, pero la caja no da más de sí. Ahora el videoclub solo es para sibaritas», lamenta Carmen. Ni siquiera con la promoción de películas a 1 euro los martes conseguía atraer a la gente. «Te da mucha pena, porque muchos clientes se han convertido en amigos después de tantos años. Aquí hay una relación muy cercana y especial. Entran y te piden que les recomiendes una película, pero terminas sabiendo sus gustos y conversando», relata la propietaria. «Hay gente que conoces de niño cuando venían con sus padres y luego siguen viniendo con su pareja e incluso con sus hijos. Comienzas hablando de cine y acabas conociendo toda su vida», observa.

«Lo contaremos a nuestros nietos»

En la tienda han compartido espacio Jarmusch, Rohmer y Lynch con Spielberg y Van Damme. El cine más comercial y el más independiente y de vanguardia. Una oferta inabarcable, auténticas joyas imposibles de encontrar en cualquier otro punto de Xàtiva. Y Carmen es un ordenador andante para localizar un título en este amplio local. Le basta con procesar algún dato. Un cliente le pregunta por una película cuyo protagonista es un premio Nobel. Ciudadano ilustre, responde al instante. Ni los mejores blogs especializados.

La conversación de Levante-EMV con la propietaria del Galaxia se interrumpe por el continuo tránsito de clientes que estos días vuelve a inundar el videoclub. Legiones de personas apenadas que expresan sus condolencias. «Si hubieran venido antes...», suspira Carmen, que siente que las nuevas generaciones se vean privadas de un tipo de relación social con el cine como hilo conductor que te deja huella. «Bajaremos la persiana y se lo contaremos a nuestros nietos», se consuela.

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