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Xàtiva y las elecciones generales de 1977

L a celebración del congreso sobre el urbanicidio de 1707 hizo pasar inadvertida otra fecha significativa para Xàtiva y España en general, como lo fue la celebración, un 15 de junio de 1977, de las primeras elecciones generales por sufragio universal tras cuarenta años de dictadura. La ilusión por recuperar el voto y las libertades, se transforma hoy en un panorama desolador de desarraigo hacia las instituciones, que a su vez coincide con el décimo aniversario de la crisis económica iniciada con el estallido de la burbuja inmobiliaria allá por el 2007, y que nos recuerda, entre otras, a la de 1973, causada por el encarecimiento de los combustibles fósiles, y que llevó por entonces a los Pactos de la Moncloa, y hoy a la reforma laboral y a la política de recortes.

La Transición hacia la democracia se convirtió en la esperanza para superar todos los males del país, mientras que hoy se la considera por algunos partidos como el nuevo régimen del 78 regalado por Franco, y que sólo ha servido para perpetuar la corrupción institucionalizada, el bipartidismo de políticos profesionalizados, el paro, la desigualdad, la endogamia o el nepotismo. Como todo proceso histórico, ni podemos elevarlo a la categoría de sublime perfección, ni degradarlo en la imperfección absoluta.

Podríamos decir que el proceso de desmantelamiento de la dictadura comenzó un 30 de junio de 1976, momento en que el rey Juan Carlos I destituyó a Arias Navarro, por su carácter inmovilista, y nombró como presidente a un joven llamado Adolfo Suárez, un 3 de julio, para que fuese el arquitecto de la Transición junto a Torcuato Fernández Miranda. Indudablemente fue un movimiento reformista generado desde arriba por parte de las nuevas generaciones, los hijos del franquismo, que tras la muerte del caudillo, se dieron cuenta que había que dar un salto cualitativo hacia la pluralidad política a imitación de las democracias liberales europeas, con libertad de prensa, sindical y derechos ciudadanos. El rey sin duda fue heredero del Movimiento Nacional, y juró sus leyes. Era un mal necesario para sacar al país de una situación en la que no había habido un proceso de depuración de las instituciones del estado, con especial atención al ejército y a las fuerzas de orden público.

El terrorismo de extrema derecha e izquierda, más la vigilancia del ejército poco proclive a la legalización del PCE, estuvieron siempre al acecho. Pero la moderación de la UCD fue la que permitió sacar el proceso adelante, eso sí con mucha negociación previa, como la de no pedir responsabilidades políticas, a aquellos que se habían extralimitado en sus funciones represoras, y poco antes de las elecciones, emitir una orden ministerial para destruir todos los archivos del Movimiento Nacional y de la Falange, por si acaso. Entre ellos, el de Xàtiva. Amnistía a cambio de perdón y olvido, y si por el camino desparecía el patrimonio documental, mejor. Era el precio a pagar para evitar soliviantar los ánimos de generales golpistas, que no pensaban perder en el 77, lo ganado en el 39, ni pedir perdón a las víctimas de una represión tan excesiva como innecesaria.

Ganó la UCD de Suárez, seguida del PSOE de Felipe González; detrás del PCE de Carrillo, y por último la Alianza Popular, de Fraga, como las fuerzas más votadas. Previamente habían aceptado la monarquía y habían erradicado cualquier simbología republicana. Los viejos republicanos de Izquierda Republicana, no pudieron ni votar a los suyos, al igual que los carlistas. La legalización no llegó a tiempo. Mejor porque España ni podía ser republicana ni cambiar de dinastía, al igual que la Federación Democracia Cristiana de Gil Robles, antigua CEDA quedó fagocitada por la UCD y la A.P. Lo mismo que la Falange, que no tuvo casi representación. Se había pasado hoja a la historia de España, y ahora había que afrontar los retos del futuro.

Una nueva sociedad

En Xàtiva, el por entonces alcalde, el médico Jesús Miguel Cuadrado, quiso hace constar en acta oficial desde el ayuntamiento: «la satisfacción de la corporación por el espíritu de ciudadanía demostrado por los vecinos de esta ciudad en el día 15 de junio, con ocasión de las elecciones a Cortes». España recuperaba la alegría de votar, aunque no exenta de muchísimo miedo, a la incertidumbre de lo que pudiera pasar. Se iniciaba un proceso constituyente capaz de dotar al país de un nueva constitución, la de 1978, mientras al ayuntamiento llegaban aluviones de reivindicaciones de la sociedad civil, como la recuperación del nombre oficial de Xàtiva, en vez de Játiva, la adhesión de la ciudad al emergente estatuto de autonomía que reconociese la realidad cultural y lingüística valenciana, la creación de un colegio especial para "subnormales", (que era como se llamaba entonces a las personas con diversidad funcional) desde un ámbito institucional, hasta la solicitud de crear un bar de ambiente para el colectivo homosexual, petición que llegó a fraguar. Iniciaban un tortuoso camino, al igual que la mujer, en reconocimiento de la igualdad y de los derechos civiles, hoy roto en ocasiones por la homofobia, la violencia machista, o la discriminación hacia todo aquel que no entre dentro de los parámetros de una "normalidad", mal entendida.

En conclusión, la Transición fue un proceso histórico con numerosas luces y sombras, y como dijo Suárez, «le hemos hecho creer al pueblo español que la democracia iba a resolver los males que puedan existir en España», y sólo caminando en esta dirección, se puede consolidar la democracia de sufragio universal. Ahora habrá que arrojar luz sobre las sombras, y no condenar todo el proceso, ya que sin ella no respiraríamos hoy en libertad y sin ira. Y se ha de recordar que nuestra democracia es tan joven como imperfecta, y para eso está el futuro. No se puede renegar de ella, y si se quiere cambiar algo, como dijo Torcuato Fernández, habrá que hacerlo de «la ley a la ley, pasando por la ley».

La ley se tiene que cumplir aunque no nos guste o pensemos que es injusta. Y si lo es, la sociedad civil podrá activar los mecanismos para cambiarla siempre en un contexto de democracia. Esa es la gran diferencia con el pasado.

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