La consellera de Agricultura, Medio Ambiente, Cambio Climático y Desarrollo Rural, Elena Cebrián, bajó ayer a la arena para rendir cuentas sobre los múltiples retos y focos abiertos a los que se enfrenta su departamento en el marco de un encuentro ciudadano programado en Xàtiva. La política forestal fue uno de las cuestiones más candentes del debate. En respuesta a las voces que critican la falta de actuaciones e prevención, la consellera manifestó que «los incendios que sufrimos ahora son consecuencia de los trabajos que no se han hecho en el pasado», poniendo el acento en que «la naturaleza y los bosques tienen una dinámica diferente a los tiempos humanos» y pidiendo tiempo para «sentar las bases de un nuevo modelo de gestión y conservación forestal que evite los incendios del futuro». En otras palabras, que la problemática no puede remediarse de hoy para mañana.

Cebrián reiteró la necesidad de recuperar la función protectora del bosque mediterráneo, reforzando su capacidad, su valor y una estructura en forma de mosaico para contener la amenaza de un cóctel explosivo avivado por un medio rural cada vez más abandonado y un cambio climático que dispara la vulnerabilidad de la tierra e incrementa la frecuencia de grandes incendios de más de 20 hectáreas. En ese contexto, la consellera hizo hincapié en que se está incidiendo en la prevención y la concienciación sobre todo en el sector agrícola, así como en la colaboración con los municipios para intervenir en la interfaz urbano-forestal , «donde comienzan los incendios y donde más riesgo tienen para las personas». Cebrián también apostó por los cortafuegos naturales y por las actuaciones que eviten las continuidades forestales y los monocultivos de pinos.

Apuesta por una nueva agricultura

La consellera -introducida por el alcalde Roger Cerdà y por el cantaor Pep Gimeno Botifarra- no ocultó los importantes escollos en el camino emprendido que suponen la situación financiera de la Generalitat y la falta de personal. Aún así, destacó los esfuerzos en materia agraria para relanzar el sector y frenar la pérdida de rentabilidad y el abandono de los campos mediante la nueva ley de estructuras agrarias. El objetivo: un modelo «más integrador, ecológico, innovador y cooperativo». En el campo de la política hidrológica, se congratuló de haber dejado atrás la guerra del agua para «trabajar con consenso técnico y diálogo», a tiempo que reclamó al Ministerio una gestión más colaborativa con los territorios para que «pasen de ser meros espectadores a participar de las decisiones». Ante la preocupación por el avance de la xylella fastidiosa, Cebrián garantizó un nuevo plan específico para controlar la plaga.