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Recuperar la memoria histórica

Que Ontinyent recupere su segundo refugio antiaéreo, y de paso aproveche ese referente para lanzar una ruta de la memoria, es una de las decisiones que más ensalza la labor del gobierno que preside el alcalde y presidente de la diputación, Jorge Rodríguez. La recuperación del refugio antiaéreo, entre la muralla de la Vila y el espacio de la antigua fábrica de Tortosa y Delgado, trasciende la finalidad de «desarrollar su aprovechamiento turístico y cultural», ya que significa un eslabón de enganche con el presente y el futuro. No hay que olvidar que aunque Ontinyent durante la guerra civil del 36 no sufrió directamente ningún bombardeo, sí sufrió las consecuencias de los ataques de aviones con bombas que descargaron cruentamente en la cercana Xàtiva, a cargo de la aviación fascista. La barbarie se saldó con unos 150 muertos y muchos heridos, algunos de los cuales fueron ingresados y atendidos en el hospital militar ontinyentí, hoy colegio de la Concepción.

La muerte del que fue primer alcalde ontinyentí del franquismo, Luis Mompó Delgado de Molina, de la cual este mes se han cumplido 10 años, nos sirve de pretexto para rememorar la entrevista que publicó la revista Crònica en febrero de 1997, realizada por el historiador ontinyentí Josep Gandía y quién suscribe este artículo. Y lo primero que llama la atención, es la memoria «light» que casi medio siglo después de los hechos Mompó tenía. Lo que demuestra la tendencia de muchas personas a borrar de la memoria los hechos más atroces y despiadados de sus vidas. Mompó, llevado por su religiosidad radical, aplicó un riguroso nacional-catolicismo, equiparable en muchos extremos a los talibanes actuales, aconteciendo durante su mandato el simulacro de juicio y posterior fusilamiento de 13 ontinyentins republicanos. De aquella época, solo «recordaba» aspectos anecdóticos, caso de la exigencia que le hizo el confesor de Franco, Francisco Ferrer, para que le trajera unos kilos de «pastissets de Mora», en el asunto de conseguir para Ontinyent «un racionamiento especial, como pueblo industrial». Con todo, resulta democráticamente horroroso contemplar la naturalidad con la que Mompó recibió de un comandante militar su nombramiento como alcalde (mayo de 1939): «A partir de este momento queda usted nombrado alcalde de Ontinyent?con las atribuciones de nombrar a las personas que quiera como concejales».

Por tanto, el aludido refugio antiaéreo, o el también recuperado de la calle Regall, así como una aula-museo de la II República en el edificio histórico del colegio Lluís Vives, constituyen muestras de rigor con las que las generaciones actuales y futuras pueden visionar y conocer con veracidad un pasado que, por dignidad, no puede borrarse de la memoria colectiva. A esta recuperación se suman las exhumaciones de ontinyentins en los cementerios de Ontinyent y Paterna. Amén de una bibliografía creciente, a apoyar institucionalmente, como son el libro de Antonio Calzado Entre la nit i el marasme. La Vall d'Albaida 1939-1952 y Segunda República y Guerra Civil: La Vall d'Albaida, 1931 - 1939. O también los imprescindibles R epública i guerra: els papers inèdits de la revolució, de Josep Gandia Calabuig; y Mort i repressió a Ontinyent (1936-1944) de Guillem Llin.

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