Treinta y cinco puestos de productos típicos y autóctonos, animales, rutas históricas, cant d'albades y un debate en el ambiente que gira en torno a los orígenes de la Fira d'Agost. Son los ingredientes de la I Fira de Sant Martí que hoy ocupará la Plaça de Sant Pere, un evento comercial con el que el Ayuntamiento de Xàtiva pretende recuperar la fecha y el lugar originales donde se gestó la feria más antigua del territorio valenciano.

El cuándo no ofrece lugar a dudas, mientras que el dónde da pie a más interpretaciones. En plena fase de repoblación cristiana, el rey Jaume I concedió en 1250 a la ciudad el privilegio de celebrar un mercado ordinario los martes y uno extraordinario de diez días coincidiendo con la festividad de Sant Martí, el 11 de noviembre.

Aunque algunas voces apuntan a que la feria anual se estableció en sus comienzos en el carrer de Montcada, centro neurálgico ya en la época árabe, la tesis mayoritaria entre los investigadores es que la Plaça de Sant Pere, junto a la Porta de Cocentaina, fue el emplazamiento primigenio tanto del mercado semanal como de la Fira, que, a lo largo de los siglos, experimentaría múltiples cambios, trasladándose más adelante a Montcada o la Plaça de les Cols, hasta recalar en el actual espacio de la Albereda, a partir del XIX.

El cronista de Xàtiva, Agustí Ventura, sostiene que la feria o mercado de los animales vivos se asentaba en época medieval en Sant Pere, en el entonces conocido como Barri del Mercat, de esencia ganadera. Para organizar la muestra de hoy, que recrea la distribución de los puestos en el siglo XVII, el área de Promoción Económica se apoya en textos del profesor Sebastià Garrido o del técnico del archivo municipal Sergio Rubio, que bucean en la efeméride. En la misma senda, el arquitecto Pablo Camarasa ofrecerá a las 12 horas un recorrido explicativo por las distintas ubicaciones de la Fira a lo largo del tiempo, ahondando en cómo contribuyó el evento a la configuración urbanística y arquitectónica experimentada por la ciudad. En Sant Pere, por ejemplo, se incorporaron pórticos para crear espacios de sombra en la Fira. A partir del primer siglo de 1300, la superficie ocupada por la actividad de mercado se vio incrementada y se expandiría hasta colonizar toda la calle Sant Pere. En el siglo XVI, hay constancia de construcciones efímeras de tableros de madera que acogían corridas de toros. El espacio físico del evento, convertido ya en referente nacional, llegó a extenderse hasta el Camí de Sant Antoni, junto a la carretera de Genovés.

Sergio Rubio vincula la relación del origen de la Fira con Sant Martí más con los calendarios agrícolas y el final de la temporada de cosecha que con la devoción religiosa por el patrón de los comerciantes. Este fue el motivo por el que la cita se trasladaría más adelante al 15 de agosto, para hacerla coincidir con la festividad de l'Assumpció, titular de la parroquia de Santa Maria. Aunque la fecha de esta modificación plantea interrogantes, el punto de partida se sitúa en 1301, cuando el rey Jaume II amplió la feria a 15 días tras conquistar Murcia a los castellanos con ayuda de las milicias de Xàtiva y estableció que se celebrara «en el mejor momento del año». Las ferias de verano y otoño podrían haber coexistido durante un periodo de tiempo indeterminado.

Revitalización del casco antiguo

El regidor Miquel Lorente entronca la recuperación de Fira de Sant Martí con la apuesta por extender este tipo de actividades a «todos barrios de la ciudad» para que los comercios y restaurantes tengan la posibilidad de visibilizar sus productos. Además de las degustaciones ofrecidas, otra ruta guiada explorará a partir de las 10.30 h la vida del bandolero Camot.