Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

día de perdices

magnífico y completo día de caza en el coto La Patirroja, en El Bonillo. Esta vez me acompañó mi amigo Mauro Matarredona. A las 10 en punto llegábamos; allí nos esperaba como de costumbre Cesáreo. Teníamos todo el coto para nosotros porque no había ninguna otra cuadrilla cazando. Mauro fue por bajo, Cesáreo por el centro y yo por arriba. Mantuvimos este orden a lo largo de toda la mañana. Cogimos bien la mano desde el principio y eso se nota, además, el viento y el frío nos favorecía porque la perdiz aguanta más. Si te oye o te ve, estás perdido porque aunque sea perdiz de granja te da muy pocas opciones.

Cesáreo conoce muy bien la finca y la querencia de las perdices. Y es que es ante todo un cazador nato. Un amigo mío también cazador, Ramón Ferrero, siempre me decía que dar las patadas bien cuesta lo mismo que darlas mal, pero los resultados no son los mismos. Y tenía mucha razón. La caza de la perdiz en mano requiere mucha astucia y una buena planificación. No se trata de salir al monte y echar a andar. Así te fatigas.

El primero en descolgar un par de perdices fue Mauro con un doblete de patirrojas. La segunda de ellas, la cobró Syrah cuando regresábamos al coche. Cogió bien el aire y dio con ella enseguida. Mauro y Cesáreo habían pasado por encima de ella un par de horas antes sin percatarse de dónde estaba. Y es que si no vas provisto de un buen perro es fácil perder caza. Y la norma de todo buen cazador es no dejar caza muerta o malherida en el monte. La verdad es que Kiko tiene uno de los mejores cotos de caza intensiva de España. Muy bien gestionado. Los bebederos y los comederos están llenos de agua y comida. De hecho, nos topamos con uno de los encargados de la finca que iba con un tractor, llenando los comederos de trigo. Tampoco en los caminos falta comida. La perdiz está fuerte. Algunos campos de cereales empiezan a verdear en esta época del año, lo que les asegura comida en abundancia para el invierno. El terreno es bastante cómodo de cazar, con una orografía típica del paisaje manchego de chaparros, retamas y carrascas. Esta vez, aunque me llevé conmigo la Pedro Arrizabalaga, tiré con la Mateo Mendicute; le tengo más confianza. Mauro cazó con una repetidora del calibre 20 que le trae muy buenos recuerdos porque fue su primera escopeta y un regalo de su padre. Algo cerrada (2 estrellas), pero lo compensó, tirando un cartucho más abierto de octava y 32 gramos. La ventaja de tirar con una del 20 es su ligereza y eso cuando llevas unas cuantas horas en el monte, subiendo y bajando barrancos o cruzando barbechos y sembrados se agradece. Podemos estar hablando de un kilo menos de peso y eso en un arma es mucho. Y cuando tienes ya algunos años a la espalda como es mi caso, aún más. También es verdad que al pesar menos son más pegonas. Pero si vas a tirar pocos cartuchos, poco importa eso. Si pegas muchos tiros puedes terminar con el hombro dolorido y la cara hecha un cromo. Syrah anduvo un poco más tranquila. Es la tercera vez que sale a cazar esta temporada. En el cobro estuvo espectacular. No dejó ninguna perdiz en el monte.

Yo había descansado la noche anterior y anduve muy certero y muy rápido de reflejos, colgándome una docena de perdices; pinché otras dos y usé 25 cartuchos. Abatí perdices a corta, media y larga distancia. Mauro, que se lo pasó bomba, se colgó nueve patirrojas pese a que le falló la escopeta en varias ocasiones, en una jornada que tuvo como colofón final unos suculentos gazpachos en el restaurante El Rincón de Pedro, en Almansa.

Compartir el artículo

stats