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Los de Ciudadanos no son trigo limpio

Tras la entrada en el gobierno de la Generalitat del PP en julio de 1995, encabezado por ese vendedor de humo que fue Eduardo Zaplana, se desató una caza de brujas respecto a todo lo que oliera o fomentara la cultura y la lengua autóctona valenciana. Por entonces, quién suscribe este texto dirigía una humilde revista comarcal, la valldalbaidina Crònica, la cual desde su origen había intentado realizar una labor pedagógica, acostumbrando a sus lectores a leer en la lengua propia. Obviamente, era una apuesta nada comercial y arriesgada, de ahí que sensibilizados y de cara a institucionalizar unas ayudas a los medios de comunicación que hacían uso de la lengua de los valencianos, en los últimos años de gobierno del presidente socialista Joan Lerma se vinieron convocando anualmente y concediéndose ayudas en base a un baremo distributivo, que simultaneaba el grado de uso con la difusión. Zaplana, cual elefante en cacharrería, entre sus primeras medidas de gobierno decidió amputar esta clase de ayudas al uso de la lengua de los valencianos. Y, a mayor abundancia, intentó aplicar la medida retroactivamente, es decir, anular los pagos pendientes del ejercicio anterior. En el caso de Crònica la suma ascendía a unos 10.000 euros, que para una publicación modesta era una cuantía vital. Ante la cara de perro que nos mostraba el gobierno de Zaplana, optamos, lejos de arrugarnos, por acudir al Síndic de Comptes, el cual, tras varios meses de espera, falló a favor de Crònica, obligando al prepotente gobierno que presidia Zaplana a abonar la ayuda concedida y aprobada por el gobierno de Lerma. Sobra decir que en sus 20 años de gobiernos corruptos y sembrados de latrocinio, las ayudas institucionales del PP al uso de la lengua de los valencianos en los medios de comunicación fue ninguna.

Cabe recelar que en los pasados días irrumpa la diputada de C's (formación que parece empeñada en seguir los torticeros pasos del PP valenciano) responsable de Educación y Cultura, Mercedes Ventura, solicitándole al Consell, pero sembrando dudas maliciosamente, información acerca de los criterios aplicados en las ayudas a los medios de comunicación por fomentar el valenciano, no presagia ni ánimos de transparencia ni de equidad. O sea, que esta diputada de Ciudadanos de la que no se conoce que haya dado palos al agua contra la corrupción del PP, ni en pro del uso y fomento de la lengua de los valencianos o ni siquiera labora por nuevo modelo de financiación autonómica, ahora nos sale con esos tiquismiquis. Lo que barrunta son sospechas, cuando no demonización, contra algunos de los posibles beneficiarios de unas ayudas legitimas. El objetivo es enturbiar y tratar de sacar tajada, aunque sea pestilente. Detrás está la vieja estrategia contra els cosins germans del norte que, usada hipócritamente, tantos beneficios electorales le dio al PP en el pasado.

¿Qué pasado? Presente, como el que acaba de desenterrar el PP ontinyentí que, ayunos de toda suerte de recursos, quieren afearle al alcalde de Ontinyent que no «priorice», por destinar 4.000 euros al dinámico Casal de Acció Cultural del País Valencià en la ciudad. Mientras tanto, PP como C's siguen mirando a otra parte, en vez de afrontar el grave problema de la corrupción.

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