A sus 25 años recién cumplidos, Rodrigo Sánchez Quintana admite haberse embarcado «en un proyecto de locos». Con su primer contrato fijo aún caliente bajo el brazo, el protagonista de esta atípica historia acaba de convertirse en el propietario de uno de los palacios con más solera del casco antiguo de Xàtiva. La Casa de los señores de Estubeny, también conocida como de los Ferriol, Llaudes o Guardamino (por las familias ilustres que antes lo habitaron) es un edificio del siglo XVIII con una superficie construida de 1.000 m(2) que hoy ofrece un aspecto desolador, fruto de su precaria conservación, en la calle Corretgeria.

Lejos de moverse por intereses pecuniarios, lo que ha conducido a Rodrigo a hipotecar sus ahorros es un sueño casi romántico: salvar el palacio de la ruina y devolverlo a su época de esplendor, cuando la Reina Isabel II se alojó en uno de sus aposentos. Aunque todavía se encuentra en una fase muy incipiente, el proyecto aspira a recrear los rasgos que identificaban la casa en el siglo XIX, una etapa de la historia de Xàtiva que, opina, «ha sido olvidada», frente a otras más conocidas como la de la crema o la edad dorada dels Borja. La idea del propietario es habilitarse una vivienda en la planta baja. Pero, con el tiempo, la gran ilusión de este amante y coleccionista de arte, que trabaja como abogado para una farmacéutica en Madrid, es dotar al valioso continente de un contenido social y cultural adecuado, acondicionando el entresuelo y la planta alta del inmueble como «un espacio de encuentro del patrimonio y el arte» que contribuya a revitalizar el degradado barrio. «Es parte de la historia viva de Xàtiva y me gustaría hacerlo accesible a todo el mundo, para que pueda visitarse», sostiene Rodrigo.

El joven propietario no camina solo, sino alentado por su padre, que le inculcó esa sensibilidad artística. En la década de 1980, Agustín Sánchez adquirió y recuperó con éxito otro palacio de 1.363 m(2): la Casa Abat, en la calle Sant Rafael para establecer su residencia. La experiencia del progenitor sirve de aliento al hijo, que desde su residencia en la capital de España no se quita de la cabeza las imágenes de su infancia en Xàtiva, donde se crió y pasa los fines de semana.

«Tengo un gran apego al casco antiguo y se me parte el alma cada vez que paso por Corretgeria y veo cómo están los antiguos palacios», cuenta Rodrigo. El abogado no quiere que suceda como con otras casas históricas que han quedado reducidas a cascotes ante la desidia y la dejadez de la administración. «No podemos permitirlo en pleno siglo XXI. Estamos hablando de la historia de la ciudad, de recuperar la identidad, pero también del futuro: hay mucho que explotar en el sector servicios y el turismo», agrega. Sánchez ve un referente en Hortensia Herrero, pero marca distancias: ni mucho menos atesora el mismo patrimonio ni lo arropa ninguna fundación filantrópica.

En 2003, la Casa Llaudes fue el plató de algunas secuencias de la serie de TVE Arroz y Tartana. Sus más recientes moradores fueron Luis de Castro Guardamino y su mujer, Inés López-Roberts, nieta de los marqueses de Monteagudo. Ambos vivían en Madrid y solían veranear en la propiedad. Tras la muerte de Castro, el Grupo Fortuny adquirió el antiguo palacio por 1 millón de euros para convertirlo en un bloque de viviendas. Primero se anunciaron 6 casas de lujo y luego, 14 pisos de 80 m(2). Corría el año 2007. El estallido de la burbuja inmobiliaria truncó el proyecto y el edificio terminó engrosando la división inmobiliaria de Caixabank, con la que Sánchez ha negociado la compra, con la ayuda e intermediación del agente inmobiliario Toni Tortosa. El abogado prefiere reservarse el coste de la operación, pero asegura que se ha saldado con un precio asequible, después de lograr una rebaja sustancial. «Valía más el terreno que el inmueble», asegura.

A diferencia de la anterior propiedad, que descuidó su mantenimiento, el nuevo titular quiere ir acondicionando la casa poco a poco, comenzando por lo más urgente: arreglar la fachada y retejar la cubierta para evitar las peligrosas filtraciones, que pueden dañar la estructura de madera. De momento, el proyecto se ha paralizado para ajustarse a unas premisas exigidas por el ayuntamiento. Primero han de desplegarse unas catas estratigráficas en la fachada y una prospección arqueológica. Sánchez deja claro que la intervención será totalmente respetuosa con la estructura original y seguirá un criterio «muy conservacionista»: se mantendrán los suelos y otros elementos de gran valor en la medida en que sea posible.

Recreará el antiguo jardín

Para el espacio de encuentro cultural, el modelo que le gustaría imitar a Rodrigo es el del Museo del Romanticismo de Madrid, con su decoración decimonónica. Otro reto que se ha marcado es recrear el sensacional jardín que linda con la calle sant Domènec, uno de los grandes atractivos de la casa, no solo por su amplitud, sino por la riqueza botánica que atesoraba.

La adquisición del palacio se ha acogido con cierto entusiasmo en el consistorio de Xàtiva. El concejal de Patrimonio Histórico, Jordi Estellés, se ha volcado para ayudar con los trámites al propietario. «Ojalá cunda el ejemplo. Corretgeria lo necesita», señala el edil.