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L'all tendre

Tengo que reconocer que me encanta l'all tendre; que me encanta comprobar cómo este producto autóctono y tan nuestro comienza a traspasar fronteras aunque las fronteras sean extremadamente cortas, mucho más cortas que desplazarse hasta Bélgica o Suiza para visitar a los huidos de la justicia española (léase huidos políticos), pero menos da una piedra y por algo se empieza. Me encanta comprobar cómo l'all tendre da trabajo a centenares de currantes, que por pocos euros la hora, doblan sus espaldas y se mojan hasta la cintura para sacar victoriosos esta hortaliza que ayuda a la dilatación de los vasos sanguíneos mejorando la circulación y una mayor fluidez de la sangre. Todo en orden.

Por ello el ajo tierno es el protagonista por tercer año de FirAll, con concursos gastronómicos, de fotografía; visitas de escolares a los campos anegados por el agua y el barro, implicación de restaurantes, y fiesta, mucha fiesta, que ha hecho olvidar otro acontecimiento que glosaba las excelencias de nuestro plato más universal: el arròs al forn. Desapareció sin decir adiós de los acontecimientos anuales organizados por el gobierno local. Nadie dio nunca una explicación del por qué de esta decisión; del por qué ya no nos corresponde su reivindicación, y que ni siquiera recitemos ya a la luz de la luna los versos de Ausiàs March que dicen que «bullirà el mar com la cassola en forn», por mucho que se empeñe Raimon „a quien, por cierto, todavía se le espera por aquí para hacerle entrega del premio de cassoler major otorgado hace la friolera de 17 años„. Es que no había homenajes de por medio ni recitales remunerados.

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