El hospital de referencia del Departamento de Salud Xàtiva-Ontinyent, el Lluís Alcanyís, está viejo. Su funcionamiento ofrece dudas a ojos de los expertos. Y con un hospital de Alzira líder en muchas prestaciones que el próximo día 31 vuelve a la red sanitaria pública más un futuro nuevo hospital en Ontinyent, el de Xàtiva podría quedarse más atrás todavía. El pronóstico lo firma el vocal de Sanidad de la ejecutiva del PSPV-PSOE de la capital de la Costera, Francesc Martínez. Pero ese cargo es irrelevante: el peso que tienen sus palabras proviene de su enorme experiencia en la primera administración autonómica, a principios de los 80, como experto en sanidad y en equipamientos hospitalarios. Martínez fue el encargado de poner a rodar el Alcanyís y el primer director del Peset de Valencia. Y lo tiene claro: «falta un plan global integral» para el centro, dice. Y añade que el hospital «corre el peligro de convertirse en un centro de tratamiento de enfermedades degenerativas y geriátricas, en detrimento del potencial asistencial quirúrgico», que Martínez vaticina que podría dejar de ofrecer progresivamente.

Martínez ha remitido al alcalde de Xàtiva y exsecretario general local del PSPV-PSOE (acaba de ser elegido secretario general comarcal, lo que le obliga a dejar el primer cargo) un extenso informe en el que expresa su punto de vista sobre la pérdida de prestaciones del centro hospitalario, «el único de su época —fue inaugurado en 1984— al que aún no se ha aplicado un plan global de actualización», subraya. El manifiesto no ha de quedarse en el ámbito local, añade. Por eso pide la «implicación» de «los cargos políticos de la comarca» de la Costera-la Canal.

«Los sucesivos gobiernos del PP se despreocuparon del Lluís Alcanyís; lo dejaron al borde del colapso», asegura tajantemente Martínez. «Pero el actual equipo directivo, de seguir como hasta ahora, terminará acabándolo de hundir», añade no menos convencido. Y es que a su juicio, con el cambio político surgido de la urnas en 2015 «no sólo no se ha producido ninguna decisión que invierta esa tendencia sino que las decisiones que trascienden abundan en el deterioro de su funcionamiento»; un deterioro, afirma, que «compromete a medio plazo su continuidad como hospital general».

En el capítulo de las concreciones, el que fue director del Peset señala, entre otros, que la informatización de la historia clínica no se ha llevado totalmente a cabo y «el hospital y su centro de especialidades todavía mantienen un importante volumen de historia clínica en papel». Tampoco existe —sigue enumerando Martínez— «la integración real entre los dos centros, que ya deberían estar completamente aunados para que el usuario perciba que tanto el centro de especialidades como el hospital son un único espacio asistencial». Para Martínez, asimismo, la dirección del hospital «ha perdido todo contacto con los responsables de los servicios médicos. Las reuniones de participación en la gestión, obligatorias según el decreto de organización, se han convocado sólo de forma esporádica. Encuentros con los jefes de servicio hubo sólo tres el año pasado», revela. Este hecho conduce, a juicio de quien fue uno de los arquitectos de la sanidad pública valenciana, «a una paulatina dejación de responsabilidades. No olvidemos —añade— que los jefes de servicio son los legítimos responsables de la asistencia. Esa falta de implicación explica cómo el servicio de medicina interna y sus especialistas en oncología no hayan participado en la memoria funcional del llamado Hospital de Día, cuya inversión se anunció hace ya más de un año», afirma.

Pérdida de prestaciones

Según Martínez, «la repercusión a medio plazo» de la situación descrita en ese informe «no va a ser otra que pasar la referencia asistencial al hospital de Alzira, al que de hecho ya se desplaza gran cantidad de vecinos de esta comarca. Con el riesgo añadido de que si el nuevo hospital de Ontinyent inicia su andadura con un equipamiento totalmente actualizado, se traslade a él toda la actividad quirúrgica del departamento. Pronóstico que no pretende cuestionar la decisión de construir un nuevo hospital en Ontinyent; tan sólo pretende poner de manifiesto las carencias del Alcanyís y aplicar la necesaria voluntad para gestionar las soluciones», afirma. «Considero que los órganos políticos de la comarca deben concienciarse de que el hospital Lluís Alcanyís corre el peligro de convertirse en un centro de tratamiento de enfermedades degenerativas y geriátricas en detrimento del potencial asistencial quirúrgico», vaticina. «Y, por tanto, se debe exigir a la gerencia del departamento que informe de las decisiones estratégicas que se vayan a tomar para valorar su impacto en el desarrollo futuro. Como, por ejemplo, las medidas que se están adoptando para la reposición de los jefes de servicio que tienen próxima su jubilación o para los planes de reforma y acondicionamiento parcial de infraestructuras, a falta de un plan global integral», resume

El manifiesto señala la preocupante tasa de infecciones hospitalarias en el centro

Martínez denuncia la «mezcla indiscriminada» de diferentes tipos de patologías en una misma sala de hospitalización

Por otro lado y según el informe de Martínez, «la hospitalización de los enfermos no respeta los mínimos que deben tenerse en cuenta para preservar la actividad quirúrgica del hospital. Cualquier cama no puede ser utilizada indiscriminadamente para hospitalizar enfermos aunque exista una sobrepresión asistencial en urgencias que, por otro lado, siempre va a existir». Este último aspecto es muy grave, porque «la mezcla indiscriminada de diferentes tipos de patologías en una misma sala de hospitalización incrementa las infecciones hospitalarias, y en ese sentido, el hospital, a fecha de hoy, está registrando una tasa de infección que debiera motivar a la dirección a convocar las correspondientes comisiones para analizar las causas» y actuar.

«A esta situación de ocupación indiscriminada de camas quirúrgicas cabe añadir la absoluta falta de inversión en el bloque quirúrgico durante los últimos cinco años, la quiebra arquitectónica provocada tiempo atrás en el circuito sucio-estéril del bloque quirúrgico o el inicio de las obras en la unidad de esterilización adoptando apenas precauciones». Estas últimas obras, advierte Martínez, provocarán un cuello de botella para el desarrollo de la actividad quirúrgica debido a la estrechez del lugar, la falta de equipamiento o la escasez de instrumental, hechos que viene denunciando el propio personal desde hace más de tres años».