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Mejorando la Semana Santa Setabense desde 1927

En la década de los años 20, Xàtiva tuvo por costumbre celebrar el Carnaval, la Cuaresma y la Semana Santa. Tras el desenfreno de la fiesta más pagana, con sus comilonas, alborotos y bailes de charlestón, llegaban los suntuosos cultos de desagravio, que tenían su colofón con la comunión general del miércoles de ceniza, que daba paso a un tiempo de abstinencia y sacrificio previo a la semana santa.

Si la iglesia condenaba el Carnaval por desencadenar el desenfreno de las pasiones y los ilícitos placeres, que apartaban del templo y la oración, el setabense de a pie lo hacía con la Cuaresma, y exigía en forma de copla su desaparición «carnestoltes, moltes voltes, Nadal, de mes a mes, Pasqua de huit a huit dies, i Cuaresma no vingues més» porque «entre els espinacs, bledes, naps, fabes y algún sigró et pase les set semanes famolenc i tremolós».

En la cuaresma del año de 1927, un grupo de cofrades del Ecce-Homo se propuso impulsar la celebración de la Semana Santa, para que recuperase el esplendor de los tiempos de la Restauración. A finales del siglo XIX, los actos centrales y más importantes dedicados a rememorar la Pasión de Cristo fueron las procesiones del Jueves y Viernes Santo, una dedicada al Nazareno, y la otra al Santo Entierro. En la primera, se recreaba el camino de Cristo hacia el Calvario, donde la imagen era acompañada por infinidad de penitentes, unos caminaban sin calzado, otros imitaban la iconografía religiosa, arrastrando una pesada cruz o marchando con los brazos en cruz.

La del Santo Entierro, iba precedida por banderas, medio plegadas, en señal de duelo, y sus portadores iban de riguroso negro. Por las descripciones de Emilio Cirujeda Ros, abogado y periodista de Xàtiva que triunfaba en Madrid como jefe del gabinete de prensa del gobierno de Cánovas del Castillo, la procesión general se componía de nueve pasos, descritos por sus crónicas, de la siguiente manera: «la cena que celebró Cristo con sus apóstoles antes de la pasión, instituyendo el Sacramento de la Eucaristía» —hoy Santa Cena—, «la oración que elevó en el huerto a su Divino Padre pidiéndoles sufrimientos y fuerzas para resistirlos, los azotes que recibió en la columna» —hoy Señor de la Columna—, «el acto en que Pilatos mostró al pueblo el acardenalado cuerpo del Señor casi desnudo con un pedazo de manto encarnado sobre los hombros, una caña en la mano, y una corona de espinas en la cabeza» —hoy Ecce-Homo.

Los cuatro siguientes estaban relacionados con el camino en dirección al Calvario, y la posterior crucifixión y muerte de Cristo, como: «Jesús en la calle de la amargura; Jesus crucificado; Jesús en brazos de María, y Jesús en el sepulcro», cuyos paralelismos actuales los podríamos encontrar con el Cristo de la Buena Muerte, el Cachorro, la Dolorosa, El Cristo yacente o el Entierro. Y, por último, cerraría la procesión «la redentora de la humanidad, su divina madre, sola, triste, abandonada del marido, a quien acaba de redimir su hijo con su sangre, y ella con sus lágrimas», —entiéndase como la Soledad. Más de cuarenta años después de aquellas descripciones, una comisión integrada por José Gutiérrez Gosalbo, José Gallego Sanchis, Vicente Martínez Bernabé, Joaquín Lemos López, Clodomira Bernabé Pastor y Ramoncita López de Conde, la mayoría cofrades del Ecce-Homo, decidieron introducir mejoras en la Semana Santa de Xàtiva, en lo que se refiere a cuestiones de indumentaria. Así parece que las vestas y cinturones de los procesionistas, y las armaduras y trajes que lucían los que se vestían de soldados romanos, para custodiar al Nazareno, Ecce-Homo y Santo Entierro, ofrecían un estado lamentable de conservación y necesitaban de pronta restauración.

Ardua labor que quedaría en manos de Clodomira Bernabé, presidenta de los Intereses Católicos, y del Sindicato de la Aguja, que se encargaría de iniciar los trabajos, por lo menos en lo que se refiere al Ecce-Homo, para que los soldados romanos que custodiaban la imagen recuperasen la suntuosidad y buen gusto de antaño. Mientras la comisión estudiaba la posibilidad de innovar en cuestiones como la del cambio de vesta de los cofrades. Un término, por cierto, que no gustaba a Cirujeda, por recordar a las vestales, las mujeres que custodiaban el fuego doméstico en honor a Vesta, la diosa romana símbolo del hogar, una terminología impropia en su opinión, por su carácter pagano, pero que al día de hoy, sigue utilizándose, tal y como se hacía también en la década de los años 20.

También estudió la comisión, cuestiones como la de la música sacra, que en opinión de Cirujeda, resultaba anacrónica. Demasiado ruidosa en su opinión, y poco adaptada a las costumbres de tiempos de los romanos, donde a su entender se abusaba en exceso de las trompetadas y golpes de bombos y timbales, cuestión que como en la nomenclatura de las vestas, y a tenor de los hechos del presente, parece que no varió en exceso.

Sí fueron innovadores en el hecho de querer introducir nuevas vestas, mirando como referencia a Sevilla, lugar donde los cofrades lucían capuchones y altos cucuruchos, lo que como todos sabemos, será el modelo a seguir, y más tras el desastre de la Guerra Civil, que vino a destruir muchos pasos procesionales, como las imágenes del escultor Esteve, lo que acentuó más la tendencia a imitar los espectaculares pasos procesionales de las capitales andaluzas. O a intentar recuperar la imagen con los restos de la destrucción de la anterior, como es el caso del Ecce-Homo, que en la presente edición, conmemorará el 75 aniversario de la recuperación del acto en que Pilatos mostraba al pueblo el acardenalado cuerpo del Señor.

Fue, por tanto, en aquella década de los años 20, la cofradía del Ecce-Homo, la que más contribuyó a mejorar la Semana Santa Setabense, como bien le reconoció la publicación del Obrero Setabense al señalar que «...la procesión del Ecce-Homo contribuya a que las demás cofradías salgan del marasmo y apatía y que vuelva a ser la Semana Santa setabense admiración de propios y extraños». Y conviertan a Xàtiva, también, en referente del turismo cultural y religioso, del interior valenciano, podríamos añadir hoy.

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