Después de la conmoción del patético fallo contra los cinco descerebrados de la Manada, en un atentado machista más contra las mujeres, la Federación de Asociaciones de Solidaridad con el pueblo Saharaui, el Frente Polisario, y sus acólitos, andan estos días buscando familias que quieran acoger niños dentro del Programa Vacaciones en Paz, verdadero caldo de cultivo de los secuestros de mujeres españolas en los campamentos de Tinduf. Es una realidad que el Frente Polisario, el movimiento solidario, el Gobierno y los partidos políticos españoles, tratan de esconder y silenciar bajo mil justificaciones, todas ellas muy alejadas de los valores éticos y morales más básicos que deben primar en cualquier sociedad civilizada, como son el respecto, la igualdad, la responsabilidad, la tolerancia y, por supuesto, el reconocimiento, la salvaguarda y garantía de los Derechos Humanos.

Que en pleno siglo XXI la sociedad saharaui de los campamentos, patriarcal y tribal, considere a la mujer propiedad del hombre es, simplemente, aberrante. Ellas deben someterse a las decisiones unilaterales del macho alfa de sus familias. Pero el Frente Polisario y sus acólitos enmascaran estas actitudes discriminatorias „que ejercen distintas formas y grados de violencia contra la mujer„ bajo el pretexto de que es "tradición y cultura". Ni es tradición, ni es cultura. Es interés, negocio, apariencia y es causa también. Pero, aún a sabiendas de que existen más de medio centenar de mujeres españolas y residentes en España que están secuestradas y retenidas contra su voluntad por sus familias biológicas en los campamentos, el Frente Polisario y el movimiento solidario español aboga por que lo asumamos como "una cuestión cultural que hay que respetar". No en vano ahora lo que importa es ablandar conciencias que sean compasivas y solidarias para poder continuar haciendo girar la rueda de un entramado que, disfrazado de humanitario, constituye el embrión de una situación de vulnerabilidad que termina con secuestros y retenciones ilegales de mujeres adultas.

Hace apenas dos años en los propios campamentos, cuando la luna iluminaba la arena de Tinduf, una de estas mujeres me pedía que la ayudase a salir de allí, a ser libre, a volver a tener esperanzas de vivir. Sigue allí todavía secuestrada por su propia familia junto a otras muchas con el consentimiento de un Polisario que consiente y apoya mientras sean solo ellos quienes tienen acceso a las ayudas y subvenciones. Vacaciones en Paz les sirve para mantener ese estatus de poder y ya no vale para provocar la sonrisa de un niño, ni nada tiene que ver con la lucha justa de los saharauis de recuperar lo que les pertenece, sino seguir sembrando para el futuro nuevas violaciones de los derechos de las mujeres.