D e la misma manera que la casa retrata a quienes la habitan, las ciudades reflejan el carácter de la ciudadanía que las define y organiza. La primera conclusión que se puede alcanzar al pasear por Xàtiva, es que nunca la habitaron mujeres, y si lo hicieron, fueron invisibles y/o no dejaron huella. Un indicador de ello son los nombres que rotulan las calles y plazas de la capital de La Costera. De las poco más de trescientas calles que componen el callejero local, sólo dieciocho (un 5%) llevan el nombre de mujeres, de entidades de mujeres o de hechos significativos o relativos a ellas. El grueso de estos nombres, ocho en concreto, corresponden a vírgenes, santas y religiosas; cinco a personajes históricos (anteriores al siglo XX); dos tienen un marcado carácter toponímico, y sólo dos, las dedicadas a Ana Calabuig ( Anita la Comare) y a Tereseta la Cadirera, corresponden a mujeres de la historia más reciente de la ciudad.

Quedaría como anecdótico, si no fuera tan significativo, el hecho de que no hace demasiados años, la ciudad dedicó una calle al Sufragio Universal, y no directamente a Clara Campoamor, referente indiscutible del mismo. Quizá el artífice de la dedicatoria no le consideró méritos suficientes a la señora y por ello le pudo parecer un exceso. O simplemente ni se le pasó por la cabeza que Xàtiva andaba falta de nombres propios de mujer en la rotulación callejera.

En todo caso, quizá porque nuestras presencias son más horizontales, no es extraño que cuando se trata de mujeres, se tenga la tendencia, a "agruparnos" cuando no a diluirnos, como es el caso de la calle Las Santas ( Basilisa o Anastasia), o el más curioso de la calle Francisco Gozalbes, que según recoge Francisco Martínez en su libro Xàtiva, calles y plazas, se dedica en agradecimiento al altruismo del matrimonio. Pero al "dedicador" de calles se le olvida que un matrimonio generalmente lo componen dos personas, y en este caso, es ella, Milagros Vera, la que no aparece en el rótulo.

Más reciente es el caso protagonizado por la Conselleria de Vivienda, con la sustitución del nombre del Grupo de Viviendas Salas Pombo del Barrio del Carmen, por el de la Lliga de les Dones. La conselleria no tiene por qué saber, que tal como documenta Salvador Catalá, la ciudad también tuvo su Liga Feminista de las Mujeres de Xàtiva, y que esta contó con nombres propios como Artemina Botella y Ana Artigues entre otras.

De la invisibilidad ni Lucrecia Borja se salva. Esta figura tan controvertida, tan novelesca, tan vinculada a los papas de Xàtiva, tan presente en la literatura y en las artes, no tiene presencia alguna en el callejero setabense, tan volcado a la efeméride y al pasado. Comparte suerte, por otro lado, con la mayoría de mujeres que documenta Isaïes Blesa en su Història de les Dones a Xàtiva.

El callejero de Xàtiva es eminentemente local y autóctono; los nombres propios están vinculados a la ciudad, bien por nacimiento, o por residencia en la misma; marcado por la toponimia y con una nomenclatura que mayoritariamente remite a otras épocas en las que la iglesia, la nobleza y el ejército constituían el orden social. As, tenemos muchos santos, sacerdotes, canónigos, cardenales, obispos, papas, literatos, ingenieros, músicos, un buen ramillete de notarios, caballeros, lingüistas, políticos, militares, pintores muchos y de diversa trayectoria y hasta un artista fallero. En el apartado de colectivos, los oficios masculinos, son los que suben a las placas, como también suben aquellos que fueron tradicionalmente territorios masculinos, dígase el Olímpic o las bandas de música. Por su práctica inexistencia, se echan en falta, referencias a personajes o acontecimientos vinculados a los grandes avances de la humanidad.

Más allá de las utilidades prácticas que reconocemos a los nombres de las calles, la importancia de la denominación, refiere al reconocimiento y valor que atribuimos al hecho o a la persona, y por ende su propuesta como referente o modelo para la ciudadanía. En este sentido, es donde el callejero, pasa de ser una simple anécdota histórica y/o práctica, a la evidencia de la invisibilidad en la ciudad de las mujeres y todo lo que representan.

En un momento en el que la memoria es un valor, en una ciudad que aspira a ser «Xàtiva Educadora» en lo que tiene de pedagógica y de referente moral para las actuales y las nuevas generaciones, son necesarios mayores esfuerzos dirigidos a visibilizar, a poner nombres y apellidos, a todas las mujeres que desde distintos ámbitos han contribuido y contribuyen a construir la Xàtiva del siglo XXI, porque como indica Adela Cortina «el nombre es sólo un camino para el reconocimiento» y no es historia aquella que olvida a la mitad de la ciudadanía.

La propuesta Xàtiva Ciudad Violeta, que los grupos que conforman el gobierno local incluyeron en el Pacte de Sant Domènec, recoge en uno de sus puntos el compromiso de «poner a las nuevas calles el nombre de mujeres significativas, a fin de visibilizar la igualdad de género». Sin embargo, en lo que va de legislatura, el Ayuntamiento de Xàtiva, sólo ha puesto nombre a cinco calles (en la zona del Mistero) optando nuevamente por un criterio histórico y toponímico, por el cual sumamos a lo que ya teníamos, dos nuevos caballeros, una familia reconocida, una fuente y un barranco. A un año apenas del final de la actual legislatura municipal, queda poco tiempo „y pocas calles„ para cumplir con el compromiso adquirido.

La igualdad es una cuestión de fondo, de formas y de prioridades. El 8 de Marzo, las mujeres, marcamos las nuestras. La prioridad hoy, debería ser, romper la invisibilidad que dificulta el disfrute de las oportunidades y recursos en condiciones de igualdad en Xàtiva;cambiar los focos de posición y preguntarnos desde lo cotidiano ¿a quién pertenece la ciudad?