El pasado jueves se presentó en la Casa de Cultura de Xàtiva el libro de Pascual Muñoz Mira La peste negra: siglo XIV-XVII: Gobernación de Valencia y Xàtiva. Su autor es un médico jubilado y alumno senior de la UNED local que analiza la incidencia de la mayor epidemia de la historia de la humanidad en la capital de la Costera. La idea de convertir un trabajo de clase en todo un libro de investigación se la sugirió su profesor, Jaime Piqueras. Si bien la peste negra es un tema muy trillado para la historiografía general, no lo resultaba tanto si se analizaba desde un plano setabense, en opinión del docente.

En su bautismo de fuego como investigador, Pascual Muñoz no quiso definirse como un médico interesado por el estudio de una epidemia hoy erradicada. No es la publicación un libro de un historiador de la medicina, sino más bien de estudioso que había querido proyectar las consecuencias de aquella catástrofe sanitaria en el marco de una sociedad que pagó caras sus consecuencias, en forma de mayor desigualdad.

La peste negra se desencadenó en Europa a causa de la picadura de una pulga que habita en el pelaje de algunos roedores. La bacteria inoculada, tras quince días de incubación, desarrollaba una infección generalizada en el organismo que provocaba la muerte a los cuatro días. La enfermedad la introdujeron en Europa desde las estepas asiáticas, los mongoles, y se esparció por todo el viejo continente a través de las rutas comerciales y de peregrinos. A Xàtiva llegó vía puerto de Valencia, uno de los más importantes del Mediterráneo. De la incidencia de la peste de 1348 sobre Xàtiva no hay datos, según el autor, pero sí de las sucesivas que se repitieron a lo largo del siglo XVII. La primera, entre 1599 y 1502. Y la segunda, entre 1676 y 1678. Ambas dejaron miles de muertos y obligaron a abrir varias casas de salud en el extrarradio de la ciudad, en la alquería de la Casa Blanca o en Bixquert, lugares donde se concentraban los leprosos, para ser tratados con sanguijuelas o baños de vinagre ya que no se sabía cómo combatir una enfermedad cuya bacteria no fue identificada hasta 1844. La mayoría de ellos acababan siendo enterrados en fosas comunes, una de ellas localizada, según Muñoz, en las inmediaciones de Mont Sant.

En el libro, su autor analiza las medidas con las se intentaba hacer frente a la epidemia cuando ésta se desencadenaba: cierre de las puertas urbanas, cordón sanitario de cuarenta días... Y cómo se enterraba a los muertos, de lo lucrativo que podía llegar a ser la profesión de enterrador durante las épocas de peste o de cómo se sacaba las imágenes religiosas a la calle, para parar la epidemia, acción que en el caso concreto de Xàtiva dio lugar a la creencia del Miracle del Lliri. Sin entrar a desmitificarlo, sigue siendo un referente religioso con arraigo en Xàtiva.

Proyecta también el médico Muñoz la historia hacia nuestro presente, señalando que entre sus muchas consecuencias negativas, también las hubo positivas. A la pérdida demográfica se añade la crisis agrícola, el aumento de las guerras, la deriva autoritaria de las autoridades y la polarización de las clases sociales, algo que suele ocurrir en cualquier época de crisis. Pero también, según destacó el conferenciante, la peste desencadenó la creación de los hospitales generales. Y los médicos, en su obsesiva lucha contra la epidemia, mejoraron la medicina y el trato al paciente. Fue el caso, precisamente, del médico de Xàtiva Lluís Alcanyís, cuyos esfuerzos recibieron como premio una condena a la hoguera. Pero con cuyas aportaciones se pudo aminorar la mortífera incidencia de la peste y desarrollar una mayor preocupación por la mejora organizativa de abastos e higienización de los centros urbanos, ya que unas deficientes condiciones higiénicas eran el caldo de cultivo ideal para el desencadenamiento de nuevos azotes de la peste. Los asistentes a la conferencia no pudieron disfrutar de la compra de un ejemplar, y sólo podrán adquirirlo en el puesto de la calle Dos Molins.