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Están ustedes invitadas (vosotros también)

mañana se inaugura la Casa de les Dones de Xàtiva y con ese motivo habrá corte de mangas, digo de cinta, y todo un festejo tanto oficial como oficioso para celebrarlo, eso sí, dentro de los límites del civismo y el decoro que caracteriza a todas las mujeres de Xàtiva. Es decir, nada de alcohol y drogas. Perdonen el tono gamberro, pero es fruto de la euforia causada por ver hecha realidad, con sus luces y sus sombras, uno de los proyectos sociales más anhelado por las mujeres de la ciudad.

Si una es mujer y vecina de Xàtiva ha de estar como unas castañuelas porque en la tómbola municipal le ha tocado el premio gordo: nada menos que una casa, una instalación dedicada a facilitar servicios y a unificar los recursos destinados a las mujeres. Asesorías laborales y civiles, talleres de empleo, gimnasio, aulas de informática, espacios lúdicos y de ocio, propuestas de superación personal? Todo un presente imposible de desdeñar que merece elogio y agradecimiento. Eso es un regalo y no la plancha con la que nos obsequian el Día de la Madre.

Si no se tiene la suerte y el privilegio de ser mujer, pero uno se considera generoso, solidario y defensor de los derechos humanos ha de sentirse también orgulloso de su ciudad porque cree en la igualdad y lo demuestra con hechos tangibles. Xàtiva pasa a tener un recurso público desde donde se podrán impulsar con más fuerza las políticas de igualdad que hacen de cualquier ciudad un espacio más libre y más justo. A veces, sean hombres o mujeres, las preferencias políticas distorsionan la visión y hacen ver negro lo que es blanco o en este caso, morado. Lo importante pasa a ser la autoría y no la obra en sí misma. Aquí urge un chute de generosidad y una vacuna contra el sectarismo que permita apreciar una indudable mejora que no excluye a nadie, sino que construye ciudadanía y confiere identidad a una ciudad que no es de nadie, porque es de todas las personas que la habitan y la estiman.

Ahora que la Casa de les Dones, va a abrir sus puertas, no es la hora del rencor, sino de la alegría. Es legítimo reclamar que no se oscurezca el acontecimiento por historietas pasadas que no mueven molino. Que no sea la hora de la discordia, del colmillo retorcido y la autoexclusión. Es seguro que las cosas se podrían haber hecho mejor. Pero también peor. O incluso se podría no haber hecho nada.

Que levante la mano quien mantenga que las mujeres de la ciudad no merecen, no precisan, no tienen derecho a ocupar un espacio digno donde construirse y aportar a la vida de la ciudad. Y si de esos no hay nadie, tampoco debiera haber quien renunciara a la apuesta por la igualdad que toda una sociedad ha asumido cuando proclamó que el mundo se para cuando las mujeres paran.

Que callen, aunque sea por un rato, quienes no opinan sino que condenan. Los que intoxican, los que cabrean, los que deslucen. Los que hablan de lo que no saben, los que piensan mal por principio, los que detectan errores ajenos a velocidad de vértigo.

Abrir nuestro regalo en paz

Dejen a las mujeres de Xàtiva, a todas ellas, abrir su regalo en paz, disfrutarlo sin tener que defenderse ni defenderlo. Estamos de fiesta y de celebración. Y por cierto, están todos y todas invitados. Sin exclusiones. Sin rencores. Con toda sinceridad. Es la Casa de las Dones, un espacio abierto que llenaremos de generosidad y de inteligencia fruto de la acción colectiva de todas las mujeres que lo habitarán.

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