La casualidad y un revólver estropeado provocarán la concatenación de una serie de acontecimientos azarosos que llevarán al muchacho a ser víctima inocente de la furia de toda una comunidad.

La ópera prima de Lomelí, de tan sólo 18 minutos, se estructura en capítulos, a semejanza de los pasos del Vía Crucis, no en vano su trama concluye en el patio de una iglesia y el protagonista es castigado por los pecados de otro.

"Creo que es necesario ser testigo de la violencia para estar en contacto con esa parte de uno mismo y no caer en ella cuando la situación se vuelve límite", explicó a Efe Lomelí.

La cinta, que el realizador rodó como proyecto de tesis de sus estudios en el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) de México, se exhibió fuera de competición en la sección de Cortos de la Berlinale.

La idea de la cinta surge, en parte, de la idea de "por qué me pasa a mí esto que no he hecho nada" y coincide con el refrán mexicano de "no hagas cosas buenas que parezcan malas", señaló el director.

La caída en desgracia del protagonista es también una reflexión sobre los "juicios morales" sobre los demás que llevan a algunas personas a "ver a sus vecinos o a sus hermanos como al enemigo", según el realizador.

"En un estado de presión social, en que la gente desconfía de la justicia, el sistema termina agrietándose por algún lado y hay gente que siente la furiosa necesidad de tomarse la justicia por su mano", indicó Lomelí.

Al cineasta, que cursó neurociencia antes que cinematografía, le interesan principalmente las situaciones límites en las que "la pasión se desborda" y queda al descubierto "más el animal humano que el ser social".

"Mi idea no es ser condescendiente con el público sino que reciban una bofetada para que piensen en las cosas sobre las que no quieren pensar", apuntó.

Firma la fotografía de "Buenas intenciones" el realizador mexicano Eugenio Polgovsky, que hoy también estrenó en la Berlinale "Los Herederos", un sobrecogedor documental que denuncia las condiciones del trabajo infantil en México.

México, que se estrenó ayer en la Berlinale con "Voy a explotar" de Gerardo Naranjo, en la sección Generation, y la hispano-mexicana "Sólo quiero caminar" de Agustín Díaz Yanes en Panorama, terminará su paso por el festival en esa misma sección con "Rabioso sol, rabioso cielo" de Julián Hernández.