Prendas elásticas, trajes de superhéroe, rock duro y gestos obscenos acompañaron en el escenario a los 25 concursantes que este fin de semana hicieron "sonar" en un club de Washington su peculiar instrumento: la "guitarra aérea".

Hacia las 8 de la noche (hora local), "Acero Frío" y "Testículo Eléctrico" compartían una pizza con "Fender Splendor" en las bambalinas del club nocturno 9:30, en el norte de la capital de Estados Unidos.

Ninguno de los tres ocultaba su orgullo por haber llegado, por primera vez, a la final del Concurso Nacional de Guitarra Aérea, tras unas disputadas eliminatorias regionales.

"Quedé segundo en la final de Washington, así que viajé hasta Filadelfia para conseguir estar aquí. No querría perderme esto por nada del mundo", dijo a Efe "Fender Splendor", alias de Paul Alexander, minutos antes de saltar al escenario.

El truco para ganarse a un público que, en su mayoría, acude atraído "por lo ridículo de la competición", es sencillo, según Alexander, que se convirtió en guitarrista aéreo tras agotar las opciones de hacer realidad su sueño de ser luchador profesional.

En cuanto empieza a sonar la música, a todo volumen por los altavoces a partir de una canción grabada que escoge cada participante, "tienes que hacer tuyo el escenario, hacer creer a la gente que una guitarra de verdad sonaría así si la tocaras", indicó.

Son pocos los "guitarristas aéreos" que saben tocar la guitarra.

Ni siquiera es el caso de una de las leyendas nacionales, "The Shred" ("Desgarrado"), que lleva compitiendo desde los años 80 y que ha disputado las siete finales nacionales que se han disputado, adjudicándose la de 2007 y que en la edición de este año tuvo que conformarse con la cuarta posición.

Con 47 años y una vida dividida entre la guitarra aérea y la dirección de tres empresas en Maryland, Lance "The Shred" Kasten recurre a "un buen filete y bebidas energéticas" para competir ante oponentes veinte años menores.

"Para mí, la guitarra aérea es una forma de vida. Tendrán que arrancármela de las manos cuando muera", aseguró a Efe Kasten, que en la pasada edición del concurso se rompió el tobillo al lanzarse al escenario desde una altura de tres metros.

Lo mismo opina Kolb "Flat Whaler", que lleva varios años intentando, sin éxito, clasificarse para la final.

"Nos gusta pensar que cambiamos la forma de pensar de la gente. Los que empezaron esta competición, en Finlandia, lo hicieron por la paz mundial. Porque no puedes sostener un arma y una guitarra aérea al mismo tiempo", dijo a Efe Kolb, ataviado con unas gafas de cartulina naranjas.

Kolb no dudó de que el espectáculo convencería a la larga cola de gente que esperó incluso una hora para presenciar el momento en el que el neoyorquino Andrew Litz, alias "Ocean" (Océano) se impuso a los otros cinco finalistas en la carrera por la clasificación para competir en el Mundial de Guitarra Aérea en Finlandia, en agosto.

"Incluso si son escépticos, si vienen para reírse, al final quedan convertidos", aseguró. "Se quitan la corbata y se la atan en la cabeza".

Pero una vez dentro del local, ninguno de los participantes tuvo la necesidad de convencer a un público entregado, que se deshizo en gritos y abucheos a partes iguales durante casi tres horas de exhibición introducidas con sendos solos de batería y bajo aéreos, y la recomendación del jurado de "evitar la sobriedad".

Cada cual aderezó la fórmula a su gusto, con pelucas afro, mallas, volteretas, saltos mortales, homenajes al "moonwalk" de Michael Jackson y sentidas demostraciones de afecto a la bandera del país.

Al terminar el espectáculo, Matt, uno de los asistentes primerizos a la final intentó definir el resultado. "No he visto nada igual en mi vida", dijo a Efe. "Esto sólo podía ocurrir en Estados Unidos".