«Existe algo incipiente, pero lo que hay es artesanía», afirma Álex de la Iglesia, quien defiende el proyecto de Ley del Cine —«pretende que no haya películas sin estrenar», afirma— y niega la mayor cuando se le dice que favorece los proyectos ricos.

Todo lo contrario. La única razón para de­cir eso es que no se han leído ley. A mi parecer, se contemplan todas las alternativas: hay una primera ayuda para nuevos realizadores y filmes de bajo presupuesto; un gran bloque de ayudas a presupuestos medios, que son la mayoría, y existe la posibilidad de generar películas más competitivas, proyectos más ambiciosos, porque se intenta generar industria.

Si es tan completa, ¿por qué está generando tanto rechazo?

Quizá no la han leído o por una interpretación errónea. Mucha gente no tiene los conceptos claros. La soledad, que es un filme pequeño, es de dos millones de euros.

¿No hay riesgo de crear una industria del entretenimiento pero perder la identidad del cine español, si la hay?

En absoluto. No hay intención de dirigir lo que se hace en un camino determinado.

En España cada vez hay más cine de género y parece que menos de autor. ¿Eso es bueno o es malo?

Corresponde sólo a las intenciones de los realizadores y, por tanto, a las del público. El cine de género es uno de los síntomas de que se está generando industria, Sin duda alguna es bueno, porque no es competencia ni mata otros tipos de cine.

¿Cómo van las cosas con Almodóvar después de la bronca por la selección de las películas para el Oscar?

No ha habido ninguna bronca con Almodóvar. He hablado con Pedro y Blanca [Portillo, actriz de Los abrazos rotos] y sólo ha sido una forma de generar noticia. Les hubiera encantado, como a mí, que hubiera sido elegida, pero hay que respetar el vo­to de los miembros de la Academia.

¿Qué le parece la nueva etapa de la Mostra de València?

Todo lo que ocurre en Valencia sobre el cine es muy importante para mí, porque empecé aquí. Mi primer cortometraje se expuso por primera vez en Cinema Jove y nos conocimos Santiago Segura y yo. Cine­ma Jove es el origen de buena parte del cine que se ha visto en estos 20 años.

¿Cree que sobran festivales en España?

No hay nada que sobre y sí muchas cosas que faltan. Es como tener tres juguetes y querer tirar uno. Todos los festivales son necesarios y ayudan a que el cine se promocione. Ninguno, por pequeño que sea, sobra. Sí que sería maravilloso que festivales consolidados como la Mostra tuvieran más ayudas, pero es cosa de los políticos.

¿Se une a la reivindicación de los cortos, casi invisibles hoy en día?

Totalmente. Empecé haciendo cortos y es esencial. Es un formato de expresividad asombrosa que debe ser reivindicado no sólo como puente hacia el largometraje.

¿Que hagan cursos sobre uno significa que ya está mayor, que ya representa el canon estético?

No tengo tiempo para sentirme mayor. Una de las mejores maneras de no pensar es moverse mucho. Si te detienes, destruyes lo que observas, porque se corrompe. Mirar el pasado me da miedo, prefiero mirar hacia adelante.