¿Cómo se celebra un subcampeonato del mundo?

Con los amigos. Pero un subcampeonato no te cambia la vida. Sólo me la cambiaría ser campeón del mundo porque sería cumplir el objetivo que siempre he soñado.

Es usted muy ambicioso.

Sí. Me gusta ganar. En la victoria se encuentra la felicidad. Ahora mismo, mi vida depende de los resultados, aunque sé que he de saber separar la vida deportiva de la personal. Pero si llegas a casa con una carrera ganada y ves que la grúa se ha llevado tú coche, pues te da igual. Si es al contrario, el cabreo es doble.

¿También le mirarían de otra manera?

No lo sé, pero ante todo intento tener los pies en el suelo. No cambio por nada mi grupo de amigos y mi vida. La suerte es que hago lo que me gusta, me va bien y me considero afortunado.

¿Y cómo puede explicar que con sólo cuatro años eligiera subirse a una moto en lugar de darle patadas a un balón?

Porque las motos se llevan en la sangre y cuando huelo gasolina me pongo nervioso.

La moto, entonces, no es sólo trabajo.

Ahora sí porque he de tomarlo de esa manera. Mi trabajo es entrenar, prepararme con los psicólogos, los preparadores... mantener la rutina es lo que te lleva a estar preparado. Pero, cuando estoy encima de una moto todo deja ser trabajo.

¿El psicólogo es por si se le va la cabeza?

Es que en un carrera hay que estar 45 minutos concentrado sin pensar en nada. Tienes que dejar que el cerebro actúe sólo. Si piensas, dejas de conducir como debes de hacerlo y comienzas a estar presionado. Y ahí puede llegar un despiste. Sobre una moto las cosas han de fluir de forma natural. Con las técnicas de concentración encuentras algo parecido al equilibrio.

Vale, vale. Pero a 250 kilómetros por hora, cara a una curva cerrada y con diez tipos pisándote los talones, no pensar en nada ha de ser imposible.

Pues ése es el estado que hay que conseguir. No pensar en nada. Las carreras que salen bien son aquellas en las que no se piensa.

¿La derrota frustra?

Una no, pero diez pueden llegar a hacerlo. Hay que aprender a ser más fuerte que la derrota porque si sabes perder, sabes ganar.

¿Y el mundo cómo se ve a tanta velocidad?

Mi vida son temporadas y las temporadas se pasan volando. Cuando me rompí tres vértebras fueron los tres meses más largos de mi vida porque no podía correr.

¿Qué es la velocidad?

Sensación de libertad. Y para mí es disfrutar porque supone tocar los extremos. Pero la velocidad no la sientes, la vives.

¿Y su rutina en boxes?

Como dos horas antes; una hora después voy al baño y la media hora previa a la carrera caliento viendo la de 125 cc.

¿Pide soledad?

Sí, y me relajo con música y además suelo cantar un rato con el IPod puesto.

¿Cantar ?

Sí, me encierro y pego cuatro chillidos. Necesito sacar la adrenalina. Canto lo que salga. Lo hago hasta en inglés, que por cierto no sé.

¿Pesa la responsabilidad de saber que todo un equipo depende de usted?

Claro. Uno no olvida que muchas personas dependen de ti.

¿El dinero lo compensa todo?

Es sólo una recompensa. El año pasado, por ejemplo, tuve que pagar mi moto. También sabes que hay patrocinadores que se están jugando el dinero por ti y que has de cumplir. Todo acaba presionando, pero no lo puedas evitar. En el fondo, y pese a que correr sea lo que más te guste y lo único que quieres, no puedes dejar de pensar que se trata también de un trabajo en el que hay que cumplir y que no puedes acabar dos carreras seguidas el octavo.

¿Qué es lo que su trabajo tiene de desagradecido?

Muchas horas de entrenamiento, perder parte de la juventud o ser consciente de que con 22 años tienes una responsabilidad que tus amigos no tienen...

Y cuando no corre, ¿qué?

Es cuando hago todo lo que durante la temporada no puedo: salir de fiesta, practicar deportes de riesgo, dejar la cabeza suelta. Mi mejor forma de evasión es el deporte, cualquier deporte.

¿Podría explicarme qué misterio esconden las carreras de motociclismo capaces de mover a miles de personas miles de kilómetros para ver a veinte pilotos dar vueltas a una pista?

Es que a todo aquel que es verdadero aficionado le gustaría estar encima de una moto de carreras en ese momento. A veces, al atardecer, cuando los circuitos están vacíos te pones a pensar y dices: el domingo va a estar lleno de gente. Entonces entiendes que muchos pagarían por estar donde yo estoy.

¿Tiene moto en casa?

Sí, pero no para ir por la calle. Porque lo veo arriesgado. La sensación de velocidad no la tengo como cualquier personas. Soy de sangre caliente y si llevara moto por la calle...Así que prefiero no tenerla y evito el riesgo.

Pues si es de sangre caliente y le gusta la velocidad llevará a los radares locos.

Sólo me han puesto una multa por exceso de velocidad. Acababa de ser subcampeón del mundo de 125 cc y estrenaba el carné de conducir.

¡No me diga que corrió el mundial de 125 sin carné de conducir!

Sí, tampoco tengo el de conducir motos grandes porque sería una tentación. Basta tener el carnet para querer una moto grande.

¿El mundo de los pilotos es tan frío como desde fuera muchos creemos ver?

Todos los pilotos somos iguales y cada domingo hay que correr. Un rival no puede ser tu amigo. Entre nosotros hay un respeto, pero las relaciones son frías, sobre todo entre rivales directos.

¿Subir a Moto GP qué es?

Un sueño hecho realidad porque es la categoría a la que todos aspiran. Jamás imaginé que llegaría el momento y ahora hasta que no me suba a la moto y vea que tengo que competir con Valentino Rossi no me lo creeré.

¿Su nuevo reto es ganarle a Rossi?

Sería la leche.